Actualmente, dentro de la
psicoterapia, existe una infinidad de teorías y posturas para explicar el
comportamiento patológico, desde las que toman en cuenta la herencia genética y
la influencia de procesos anatómicos, fisiológicos y bioquímicos hasta las que
consideran el ambiente y los factores culturales, y también están las que toman
elementos de ambos extremos y consideran que el mismo ambiente será el
encargado de detonar aquellos trastornos que presentan una predisposición
genética e incluso modificar la citoarquitectura cerebral. Pero, antes de todas
estas teorías, y antes de toda la tecnología necesaria obtener el conocimiento
con el que formularon las mismas, ¿Cómo concebían la enfermedad mental?
Seguramente les resultará
conocido el concepto de “demonología”, las ideas que de aquí parten sugieren
que la enfermedad es producto de la influencia que fuerzas sobrenaturales como
espíritus malignos, demonios, hechiceros, brujas o dioses tienen sobre el
organismo y cuyos métodos de tratamiento consisten en diferentes rituales, como
exorcismos, trepanaciones, uso de amuletos, limpias, etcétera. Todas estas
ideas resultan difíciles de creer (y aún más difícil de creer es que
actualmente haya quien las considere como reales) sin embargo, hay dos cosas
que no debemos dejar de tomar en cuenta, el contexto (algunos siglos antes de
nuestra era, sin ciencia ni tecnología) y el peso de la cultura y todo lo
relacionado con esta, como la religión y/o mitología, así que no sería de
extrañar que la mejor explicación que encontraron nuestros antepasados para la
convulsiones de la epilepsia, el ataque violento de un psicótico, la sensación
de un miembro fantasma o un fuerte ataque de migraña fueran los espíritus o
demonios.
Ahora viajemos a través del
tiempo y el espacio hasta la Grecia del siglo IV antes de nuestra era, momento en el que
algunos filósofos dejaban de lado las ideas demonológicas y comenzaban a utilizar
la observación y la experimentación, como en el caso de Alcmeón quien disecó y
señaló la relación entre los órganos de los sentidos y el cerebro, deduciendo
que el centro del alma se encontraba en este órgano.
Hipócrates, otro ilustre griego,
se encargó de clasificar las enfermedades mentales en manía, melancolía y
frenitis. De la misma forma formuló la teoría tipológica, la cual sugiere que
el temperamento de los individuos está determinado por la predominancia de
algunos de los cuatro humores básicos, la sangre, la bilis amarilla, la bilis
negra y la flema. Sus descripciones de las enfermedades indican que desde entonces se conocían la epilepsia, la histeria, la psicosis posparto y los
síndromes cerebrales agudos que aparecen con algunas enfermedades infecciosas o
después de una hemorragia.
Otro que también estudió la anatomía
y fisiología del sistema nervioso fue Galeno, y postuló que la existencia de
síntomas no indicaba que el órgano que los expresaba estuviese en realidad
alterado o dañado. Empédocles hablo de la importancia de las emociones y señalo
que el amor y el odio eran fuentes fundamentales que determinaban cambios en el
comportamiento humano. Platón concibió la idea de un alma tripartita, compuesta
de una parte racional, una parte libidinal y una parte “espirituada” (seguramente
a más de uno esto último le recordará a la estructura de la personalidad
propuesta por Freud).
Después de esto viene la
edad media, y con el oscurantismo característico de la época regresaron las
ideas demonológicas que culpaban a las brujas y espíritus malignos de todo lo malo que le ocurría a la humanidad, incluyendo los trastornos mentales. En
aquella época Johann Weyer trabajo abiertamente en contra de estas ideas y
condenó a los que acusaban a las mujeres de brujería; dio explicaciones de las
psicosis de masa, y describió que muchas de esas psicosis surgían de síntomas
de melancolía que provenían del amor. Este médico trató con éxito a algunas
personas acusadas de brujería, sentándose con ellas y sosteniendo platicas
durante largos periodos.
Muchos otros filósofos mostraron
un fuerte interés por la mente, como Descartes quien consideraba que el
verdadero conocimiento viene de la aplicación del “pensamiento puro” y estableció
una explicación dual de la conducta humana, o Kant que sostenía que el mundo
que conocemos es construido por la mente humana y que toda construcción mental
se organiza en esquemas.
La historia de la humanidad
es extraordinariamente larga en comparación con la historia de la psicología,
que desde su nacimiento como disciplina científica no tiene más de 150 años,
razón suficiente para investigar en la filosofía, antropología, historia y
demás campos del conocimiento las diferentes representaciones que existen sobre la
enfermedad y la salud mental y los tratamientos existentes en las diferentes
culturas.
¿Y usted cómo cree que sería
el mundo de haberle dado continuidad a las ideas de los griegos? ¿Conocen algún
otro dato interesante respecto a la historia de la psicoterapia?
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