miércoles, 20 de junio de 2018

Mindfulness y los trastornos de ansiedad


Las personas que padecen un trastorno de ansiedad suelen manifestar los síntomas a través de tres canales diferentes, el subjetivo o autorreferente, la excitación fisiológica y la conducta somática-motora, las respuestas que se emiten desde estos canales pueden ser de utilidad para comprender y medir dicho trastorno; sin embargo, estos individuos, debido a la incomodidad de la experiencia que ofrece la ansiedad en sí, tratarán de evitar a toda costa vincularse con la experiencia.
Uno de los primeros objetivos que suelen plantearse en distintos procesos terapéuticos, el cual tampoco es la excepción para las intervenciones basadas en mindfulness, es vincular a los pacientes con el problema o conflicto que los lleva a consulta, reconocer el contexto en el que se presenta, el estimulo que lo detona, las conductas que representan el problema y los pensamientos y sensaciones que provocan el sufrimiento. En situaciones ordinarias las personas que padecen ansiedad no considerarían en lo más mínimo vivirla, buscarían cualquier medio para disminuir esta sensación, a pesar de que las mismas conductas evitativas a las que suelen recurrir para reducir sus síntomas han terminado por prolongar y exacerbar el sentimiento de angustia. Con el entrenamiento en atención plena las personas desarrollan un estado de ecuanimidad y cultivan actitudes de curiosidad y aceptación las cuales resultan de suma utilidad para abordar de manera distinta la experiencia y aproximarse a la sensación de ansiedad, reconociendo las emociones y las ideas que hacen de esta experiencia un conflicto.
Greeson y Brandley (2009) explican de manera precisa el impacto que tiene el entrenamiento en mindfulness sobre los trastornos de ansiedad:
La práctica del mindfulness en los trastornos de ansiedad funciona de la siguiente manera: cuando prestamos atención consciente a nuestra propia experiencia directa de ansiedad, en contraposición a identificarse con lo que uno piensa de la ansiedad, obtenemos una comprensión y una introspección muchísimo mejores de la experiencia de ansiedad y de nosotros mismos en relación con nuestro propio mundo. Dicha comprensión e introspección pueden proporcionar una base de respuestas más diestras frente al miedo, la ansiedad y el pánico, como ecuanimidad en lugar de reactividad y autorregulación sabia en lugar de aversión. En virtud de la flexibilidad psicológica y conductual que el mindfulness puede permitirse  en el momento presente, podríamos ser capaces de elegir conscientemente acciones efectivas para cubrir las necesidades en materia de seguridad y tranquilidad… La práctica del mindfulness puede tener un impacto positivo en comportamientos relacionados con la salud por sus efectos en la autorregulación cognitiva, afectiva y fisiológica. En especial, la práctica del mindfulness parece aumentar la flexibilidad conductual en condiciones previamente asociadas con la rigidez inadaptada, como la evitación relacionada con el miedo de las actividades cotidianas. Al despertarnos a las posibilidades a nuestro alcance en el  momento presente, a menudo se nos otorgan poderes para elegir una respuesta sabia ante una experiencia interior o un evento exterior perturbador, en lugar de que esa experiencia o ese evento dicten cómo debemos responder.

Depresión y mindfulness


La depresión es uno de los trastornos del estado de ánimo más frecuentes, y en las últimas décadas se ha visto que las cifras de casos van en aumento, esto ha llamado la atención de los profesionales de la salud mental, ya que se ha contemplado que en los años venideros será una de las principales causas de incapacidad.
La comprensión de este trastorno puede ser bastante compleja debido a los varios síntomas y manifestaciones que presenta, los cuales van desde la baja autoestima, el pesimismo, pérdida de interés, falta de energía, irritabilidad, sentimientos de culpa, pérdida de peso, aislamiento social, dificultades para concentrarse, insomnio, e ideación o intentos suicidas. La etiología puede ser variada, distinguiendo entre depresión endógena y reactiva; de este último tipo, posturas clásicas identifican una pérdida como el detonante de una depresión; según la teoría cognitiva, los individuos que presentan este trastorno suelen presentar errores en el procesamiento de la información, distinguiendo tres áreas en la distorsión: visión negativa hacia uno mismo, del futuro y del entorno.
Debido a la manera rígida y centrada que llegan a comportarse los individuos con depresión con sus mismos pensamientos, los comportamientos de evitación suelen estar presente en esta patología, dificultando la posibilidad de lograr cambios o progresos.
Con el entrenamiento en mindfulness se busca brindar a los pacientes la capacidad de ver los pensamientos como acontecimientos mentales en lugar de cómo hechos, romper la pauta de las respuestas que por lo general provocan  los pensamientos negativos de y, finalmente, cambiar su significado. Que las personas aprendan a tomar otra perspectiva en cuanto a pensar y a la conciencia. Que acepten la presencia de las ideas disfuncionales, y que al haberse distanciado y entendido como un evento mental más, disminuir su impacto y no permitir que dirijan su vida.
Barnhofer y Crane (2009) explican el funcionamiento de la terapia cognitiva basada en mindfulness (MBCT), desarrollada por Zindel Segal, Mark Williams y John Teasdale (2006), ésta fue específicamente diseñada pensando en la vulnerabilidad que la investigación cognitiva ha identificado en la terapia estándar como causa de las recaídas en los casos de depresión.
Es un programa de ocho semanas que combina la práctica de meditación mindfulness, siguiendo la teoría desarrollada por Jon Kabat-Zinn (2004) con intervenciones de terapia cognitivo conductual (CBT) utilizadas con éxito para el tratamiento de la depresión aguda. Igual que otras terapias cognitivo-conductuales de “tercera generación”, el énfasis del tratamiento reside en la aceptación y en el cambio, y el objetivo general es ayudar a los individuos que participan a ser más conscientes y a responder de otra manera a los pensamientos y las emociones negativos que pudieran desencadenar ciclos descendientes de pensamiento y de estado de ánimo. Estudios más recientes han empezado a adaptar la MBCT para un uso específico con pacientes que experimentan ideas suicidas serias o comportamientos suicidas durante la depresión…Dos ensayos controlados aleatorizados han evaluado la efectividad de la MBCT para la depresión recurrente. En un ensayo inicial multicentro llevado a cabo por Teasdale y colaboradores (2000), 145 pacientes recuperados de depresión fueron sometidos aleatoriamente a MBCT o al tratamiento habitual y fueron seguidos durante un periodo de 60 semanas. La MBCT redujo significativamente las tasas de recaída en pacientes con tres o más episodios previos de depresión; el 66% de los del grupo sometido al tratamiento habitual frente al 40% de los del grupo MBCT sufrieron recaída. Un estudio posterior de Ma y Teasdale (2004) replicaba esos resultados en una muestra menor compuesta por 73 pacientes recuperados, 55 de los cuales habían sufrido tres o más episodios de depresión. De este último grupo el 78% de los que habían continuado el tratamiento habitual recayeron durante el año de seguimiento, en comparación con sólo el 36% del grupo MBCT