sábado, 17 de enero de 2015

CREANDO CON LOCURA, LA MARAVILLA DE LA SUBLIMACIÓN

  “…la capacidad de enloquecer es una parte de la naturaleza humana, que se ha preservado en la genética porque los rasgos que la posibilitan también subyacen uno de los baluartes que más valoramos los humanos, la creatividad”
 Nettle


La creatividad es una forma adoptada por las personas para encontrar soluciones simbólicas para las tensiones internas y enfrentar los retos diarios que la vida privada y/o laboral presenta. Pero por qué, a pesar de que los conflictos y el sufrimiento llegan a estar presentes en la vida de todas las personas, ¿no todas desarrollan un interés por la música, las letras o las artes visuales? Una posible explicación a esto, partiendo de la teoría psicoanalítica, es que no presentamos la defensa neurótica adecuada, en este caso, la sublimación.

Se conoce como sublimación el mecanismo por el cual la energía de los impulsos reprimidos se transforma y se dirige hacia metas socialmente útiles. Las necesidades instintivas y los impulsos inaceptables encuentran así una salida y un modo aceptable de expresión. La angustia que surge de la amenaza ejercida por estas necesidades e impulsos, se canaliza hacia modelos socialmente aceptables. En vez de utilizar las tendencias o impulsos primitivos con fines egoístas o prohibidos, la sublimación los transforma y los dirige hacia canales o vocaciones como el arte, la literatura, la religión, la ciencia u otras actividades que promueven el desarrollo cultural y una vida mejor, tanto para el individuo como para el grupo social. Aun así, es raro que el individuo reconozca que aquellas de sus actividades que sirven a su propio bienestar material, mental y cultural y al de sus semejantes, obtienen su energía de impulsos que originalmente se desarrollaron con fines biológicos y egoístas

En su obra Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci Sigmund Freud explica y señala la sublimación como el mecanismo neurótico mediante el cual Leonardo dirigía gran parte de su energía libidinal hacia el deseo de conocer y crear:

“Cuando en el cuadro característico de una persona hallamos un instinto exageradamente desarrollado y dominando a todos los demás, como en Leonardo el ansia de saber, explicamos esta particularidad por una especial disposición individual, cuya condicionalidad, probablemente orgánica, nos es desconocida…  La observación de la vida cotidiana de los hombres nos muestra que en su mayoría consiguen derivar hacia su actividad profesional una parte muy considerable de sus fuerzas instintivas sexuales. El instinto sexual es particularmente apropiado para suministrar estas aportaciones, pues resulta susceptible de sublimación; esto es, puede sustituir un fin próximo por otros desprovistos de todo carácter sexual y eventualmente más valiosos.”

De la misma forma, otros investigadores revelan el vínculo existente entre psicopatología y arte. Martindale examinó la vida de 21 poetas Ingleses eminentes (nacidos entre 1670 y 1809) y 21 poetas Franceses (nacidos entre 1770 y 1909) encontrando una gran incidencia de psicopatología (por ejemplo “ataques de nervios” suicidio o alcoholismo) y que uno de cada siete poetas fueron hospitalizados en psiquiátricos y sufrieron de síntomas severos y recurrentes tales como delirios y alucinaciones. Buscando altos puntajes de manía, psicosis y hospitalizaciones en una muestra de artistas encontró que eran tres veces más altas las tasas de intento de suicidio, trastornos del estado de ánimo y abuso de drogas cuando los comparó con personas en otras profesiones (tales como empresarios, científicos y burócratas).

Juda encontró en una muestra de 5000 individuos (artistas, científicos y otros) “anormalidades psiquiátricas” en 50% de los poetas, y en 38% de los músicos, seguidos por el 20% de los pintores, 18% de los escultores y 17% de los arquitectos.

Y qué decir de todos los artistas que nos resultan contemporáneos en los que tanto el talento como las adicciones están presentes en sus vidas, tan sólo piensen en el famoso Club de los 27.

En la ficción podemos encontrar varios ejemplos de personajes que encuentran en el arte una salida para expresar libremente sus tendencias neuróticas, en la popular serie de los años “2000” Malcolm in the middle podemos apreciar esto a la perfección en Dewey, el hermano menor, a quien durante las tres primeras temporadas podemos apreciarlo como un niño, más que fantasioso, desapegado de la realidad y que cambia notablemente a partir de la cuarta temporada en la que despierta su interés por el piano para posteriormente convertirse en un prodigio de la música.

García Bernabé considera que partiendo de la idea de que la creatividad es un mecanismo compartido, y utilizado por los artistas y los pacientes por igual, podríamos entonces lanzar la hipótesis de que las diferencias encontradas son producto de mecanismos cerebrales compensatorios desarrollados a partir de la práctica artística, y que dos personas con la misma vulnerabilidad genética pueden tener un mejor pronóstico a partir de la incursión y la práctica en las artes.

La flexibilidad es una de las características que más vinculan la creatividad y la psicopatología y que características como la culpa, el miedo y la ansiedad pueden llegar a bloquear el acto creativo, volviéndolo rígido y estereotipado.

La locura no es sólo una disfunción mental sino un estado de hiperfunción de ciertas características mentales. Tomando en cuenta esto, es hora de dejar de ver a la enfermedad mental como una discapacidad, y como terapeutas ampliar las opciones de nuestros pacientes con el fin de que puedan encaminar su energía psíquica hacia nuevas metas.

miércoles, 14 de enero de 2015

PSICOANÁLISIS VS MEDITACIÓN

Nuestro cerebro nos brinda una capacidad de comprensión asombrosa. Gracias a este órgano hemos logrado conocer, representar, explicar e inclusive manipular nuestro entorno. Sin embargo, surge una dificultad cuando intentamos ir más allá de lo observable y cuando la mente del mismo individuo se convierte en el objeto de estudio.

Si bien fue Freud quien dio en el siglo XIX el tercer duro golpe a la humanidad al señalar que los seres humanos no somos seres totalmente racionales y que detrás del mundo que se nos revela de forma consciente existe un universo que permanece en penumbras:  el inconsciente, no fue el primero con la intensión de explorar la mente; en Asía, casi veinticinco siglos atrás, los hombres buscaban despertar de la ilusión que tenemos por vida a través de la meditación.

Ambos métodos presentan tanto similitudes, como el interés de brindar paz al individuo, como diferencias significativas, las cuales expondré a continuación:

CONSCIENCIA

La consciencia es de suma importancia tanto para la meditación como para el psicoanálisis, en la primera buscamos mantener por el mayor tiempo posible el nivel más alto de consciencia mientras que el objetivo del segundo es hacer consciente lo inconsciente.

EGO

En la tradición budista se maneja que el Yo y el apego son las principales limitantes para superar el sufrimiento, mientras que el psicoanálisis sostiene que es indispensable para el individuo buscar la satisfacción de las necesidades y mantener a toda costa, a través de los distintos mecanismos de defensa, la integridad del Yo.

SUFRIMIENTO

El budismo nos enseña que vivimos en un estado constante de sufrimiento (dukha) que se origina en el pobre nivel de consciencia con el cual guiamos nuestras vidas; Freud señalaba que la neurosis es el punto medio entre la plena salud mental y las psicosis y que todos nos encontramos en este punto medio.

INTERPRETACIÓN vs CONTEMPLACIÓN, PASADO vs PRESENTE

El analista se encargará de interpretar nuestros síntomas y comportamiento explorando a lo largo de nuestra historia personal, prestando especial interés en nuestros primeros años de vida; en la práctica de la meditación depositamos toda nuestra atención en el momento presente, procurando dejar de lado cualquier juicio que pueda surgir, este modo de contemplación nos permite llegar a una forma más pura de conocimiento.

SUEÑOS

Los sueños juegan un papel importante tanto en el psicoanálisis como en la meditación. Mientras que en el primero son de utilidad para el analista al revelar los más profundos deseos que alberga el inconsciente, en la segunda nos sirven para comprender mejor los diferentes estados de consciencia.

RELACIÓN MENTE-CUERPO

Aunque en la meditación el principal órgano con el que trabajamos es nuestro cerebro y el objetivo de esta es desarrollar diferentes habilidades metacognitivas, no se deja de lado el resto del cuerpo, es importante mantener en equilibrio mente y cuerpo, este último se cuida mediante una sana alimentación (la mayoría de las veces vegetariana) y la práctica de diferentes disciplinas como el yoga. Por otro lado, en el psicoanálisis y la psiquiatría se entiende que diferentes síntomas se expresarán a través de enfermedades psicosomáticas o un trastorno físico como la incapacidad para mover ciertas partes del cuerpo o usar los sentidos de manera normal, como en los casos de conversión histérica, en donde la parálisis y la ceguera eran sumamente frecuentes.

EVOLUCIÓN

Los principios de la psicología dinámica surgen de la biología evolucionista y la mayoría de los síntomas neuróticos y deseos e impulsos, cuando no se entienden como infantiles, se entienden como primitivos, revelando así el constante conflicto existente entre instinto y razón. En cuanto a la tradición budista, se busca comprender el universo de una forma holística, entendiendo a la evolución, desde el surgimiento de las primeras formas de vida como las bacterias hasta la aparición de nuestra especie el homo sapiens sapiens, como la búsqueda de un mayor dominio de la consciencia, somos los ojos mediante los cuales el universo se ve a sí mismo.

Ambos temas me apasionan, y aunque me encanta leer sobre psicoanálisis en la práctica prefiero recurrir a las terapias de tercera generación, en las que la práctica de la meditación desempeña un papel de suma importancia. ¿Y ustedes qué opinan respecto a cada corriente terapéutica?