“…la capacidad de enloquecer es una parte de
la naturaleza humana, que se ha preservado en la genética porque los rasgos que
la posibilitan también subyacen uno de los baluartes que más valoramos los
humanos, la creatividad”
Nettle
La creatividad es una forma
adoptada por las personas para encontrar soluciones simbólicas para las
tensiones internas y enfrentar los retos diarios que la vida privada y/o
laboral presenta. Pero por qué, a pesar de que los conflictos y el sufrimiento
llegan a estar presentes en la vida de todas las personas, ¿no todas
desarrollan un interés por la música, las letras o las artes visuales? Una
posible explicación a esto, partiendo de la teoría psicoanalítica, es que no
presentamos la defensa neurótica adecuada, en este caso, la sublimación.
Se conoce
como sublimación el mecanismo por el cual la energía de los impulsos reprimidos
se transforma y se dirige hacia metas socialmente útiles. Las necesidades
instintivas y los impulsos inaceptables encuentran así una salida y un modo
aceptable de expresión. La angustia que surge de la amenaza ejercida por estas
necesidades e impulsos, se canaliza hacia modelos socialmente aceptables. En
vez de
utilizar las tendencias o impulsos primitivos con fines egoístas o prohibidos,
la sublimación los transforma y los dirige hacia canales o vocaciones como el
arte, la literatura, la religión, la ciencia u otras actividades que promueven
el desarrollo cultural y una vida mejor, tanto para el individuo como para el
grupo social. Aun así, es raro que el individuo reconozca que aquellas
de sus actividades que sirven a su propio bienestar material, mental y cultural
y al de sus semejantes, obtienen su energía de impulsos que originalmente se
desarrollaron con fines biológicos y egoístas
En su obra Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci
Sigmund Freud explica y señala la sublimación como el mecanismo neurótico
mediante el cual Leonardo dirigía gran parte de su energía libidinal hacia el
deseo de conocer y crear:
“Cuando
en el cuadro característico de una persona hallamos un instinto exageradamente
desarrollado y dominando a todos los demás, como en Leonardo el ansia de saber,
explicamos esta particularidad por una especial disposición individual, cuya
condicionalidad, probablemente orgánica, nos es desconocida… La observación de la vida cotidiana de los
hombres nos muestra que en su mayoría consiguen derivar hacia su actividad
profesional una parte muy considerable de sus fuerzas instintivas sexuales. El
instinto sexual es particularmente apropiado para suministrar estas
aportaciones, pues resulta susceptible de sublimación; esto es, puede sustituir
un fin próximo por otros desprovistos de todo carácter sexual y eventualmente
más valiosos.”
De la misma forma, otros investigadores revelan el vínculo existente entre psicopatología y arte. Martindale examinó la vida
de 21 poetas Ingleses eminentes (nacidos entre 1670 y 1809) y 21 poetas
Franceses (nacidos entre 1770 y 1909) encontrando una gran incidencia de
psicopatología (por ejemplo “ataques de nervios” suicidio o alcoholismo) y que
uno de cada siete poetas fueron hospitalizados en psiquiátricos y sufrieron de
síntomas severos y recurrentes tales como delirios y alucinaciones. Buscando altos
puntajes de manía, psicosis y hospitalizaciones en una muestra de artistas
encontró que eran tres veces más altas las tasas de intento de suicidio,
trastornos del estado de ánimo y abuso de drogas cuando los comparó con
personas en otras profesiones (tales como empresarios, científicos y
burócratas).
Juda encontró en una muestra
de 5000 individuos (artistas, científicos y otros) “anormalidades
psiquiátricas” en 50% de los poetas, y en 38% de los músicos, seguidos por el
20% de los pintores, 18% de los escultores y 17% de los arquitectos.
Y qué decir de todos los
artistas que nos resultan contemporáneos en los que tanto el talento como las
adicciones están presentes en sus vidas, tan sólo piensen en el famoso Club de los 27.
En la ficción podemos
encontrar varios ejemplos de personajes que encuentran en el arte una salida
para expresar libremente sus tendencias neuróticas, en la popular serie de los
años “2000” Malcolm in the middle podemos
apreciar esto a la perfección en Dewey, el hermano menor, a quien durante las
tres primeras temporadas podemos apreciarlo como un niño, más que fantasioso,
desapegado de la realidad y que cambia notablemente a partir de la cuarta
temporada en la que despierta su interés por el piano para posteriormente
convertirse en un prodigio de la música.
García Bernabé considera que
partiendo de la idea de que la creatividad es un mecanismo compartido, y
utilizado por los artistas y los pacientes por igual, podríamos entonces lanzar
la hipótesis de que las diferencias encontradas son producto de mecanismos
cerebrales compensatorios desarrollados a partir de la práctica artística, y
que dos personas con la misma vulnerabilidad genética pueden tener un mejor
pronóstico a partir de la incursión y la práctica en las artes.
La flexibilidad es una de
las características que más vinculan la creatividad y la psicopatología y que
características como la culpa, el miedo y la ansiedad pueden llegar a bloquear
el acto creativo, volviéndolo rígido y estereotipado.
La locura no es sólo una
disfunción mental sino un estado de hiperfunción de ciertas características
mentales. Tomando en cuenta esto, es hora de dejar de ver a la enfermedad mental como una discapacidad, y como terapeutas ampliar las opciones de nuestros pacientes con el fin de que puedan encaminar su energía psíquica hacia nuevas metas.