¿Por
qué algunos hombres matan?
Los
seres humanos tienen un temor natural contra el asesinato. Si se le da a un
hombre normal un cuchillo y se le pide que le corte el cuello a un semejante,
sin duda se negara. Pues no puede hacerlo. Es algo básico en el hombre, algo
que lleva en la sangre y que es parte y motivo de ser humano. Los militares lo
comprenden bien, desensibilizan a los reclutas, alteran sus espíritus para que puedan obedecer órdenes sin vacilar…
Pero
existen hombres que matan por placer ¿Qué línea cruzan estos hombres que los
transforma de seres humanos en asesinos? ¿Qué los autoriza para matar, no sólo
una vez, o dos, sino muchas veces?
He
dedicado mi vida a resolver esta pregunta.
Bruce Wayne, en
Batman de Arkham.
Batman
de Arkham es una historia ambientada en el año de 1900 en el que
Bruce Wayne, además de enfrentar en las calles a los psicópatas de Ciudad Gótica
y recluirlos en el Asilo Arkham, es un psicólogo en el mismo asilo que se
encarga de su tratamiento y de reintegrarlos a la sociedad; empieza esta
historia con esta pregunta ¿Por qué algunos hombres matan? ¿Qué lleva a un
psicópata a convertirse en lo que es?
Hace tiempo leí una teoría
que presentaba a los psicópatas como una subespecie del homo sapiens; y que los
individuos que formaban parte de esta subespecie tenían la función de aniquilar
individuos de otros grupos u otras especies de humanos como lo fueron los neandertales,
esta misión sería particularmente más sencilla para estos individuos debido a
la frialdad que los caracteriza; y que en tiempos actuales personas con
características similares desempeñan labores con un alto valor social como en
el caso de CEO´s o neurocirujanos. Aunque esta hipótesis me resultó sumamente
interesante, la encontré poco válida por dos razones, la primera, no todos
nacen psicópatas, aunque la psicopatía presenta una disfunción con una base
neurobiológica que muestra una menor densidad en la corteza prefrontal, área
relacionada con el autocontrol y la toma de decisiones en los campos personales
y sociales, suele ser necesario que el individuo que presenta psicopatía se
haya visto envuelto en situaciones adversas, de violencia o carencia en sus
primeros años de vida, es por ello que algunas personas que nacen con "cerebro de psicópata" pero que fueron criadas con afecto y cuidado no desarrollan un comportamiento antisocial. Y finalmente, porque los seres humanos evolucionamos y
perseveramos como especie principalmente por nuestra capacidad de cooperación
más que por el interés en los atributos y bienes personales.
El término psicópata se
refiere a los individuos que son antisociales en forma crónica y no son capaces de formar vínculos importantes o tener lealtad hacia otras personas, grupos o
códigos de vida. Son por lo tanto personas insensibles, que se dan a los
placeres inmediatos, parecen carecer de un sentido de responsabilidad y, a
pesar de cualquier castigo o intento de corrección, no aprenden a modificar su
conducta. Carecen de juicio social, y sin embargo a menudo son capaces de
elaborar racionalizaciones verbales que suelen convencerlos de que sus acciones
son razonables y justificadas.
Lo típico es que estos
individuos se caracterizan por inmadurez emocional, que se refleja en su
respuesta impulsiva e instantánea que presentan ante sus sentimientos. Su
personalidad parece estar dominada por impulsos coercitivos primitivos, al
grado de excluir su conducta racional. Muestran un embotamiento moral y ético,
una falta de simpatía hacia sus semejantes y una conducta destructiva para el
bienestar y orden social.
Hay quienes se refieren a
los psicópatas como seres sin consciencia.
La consciencia es un término
demasiado complicado para definir, puede entenderse como un estado, en donde la
vigilia, el sueño, el coma, e inclusive un estado meditativo o de estrés
podrían considerarse estados de consciencia. También podríamos entenderla como
un proceso psicológico, conciencia significa tener conocimiento de uno mismo y
del medio; esta capacidad implica dos componentes: uno perceptual y otro motor.
Mediante la percepción el sujeto extrae información del mundo externo a través
de los órganos de los sentidos; el componente motor le permite prepararse para
iniciar y ejecutar una acción. Sin embargo, el término conciencia usado en el
sentido de tener conocimiento de uno mismo, implica una capacidad de reflexión
y un sentimiento de identidad en el tiempo y en el espacio. La tradición budista
habla de dos tipos de consciencia, una menor que se refiere al Yo y a la
consciencia que tenemos de nuestra mente y nuestro cuerpo y este queda
concentrado en las limitaciones del individuo, en la consciencia de la
separación entre uno mismo y el resto del mundo. La consciencia mayor es tan
grande como todo el universo que abarca a todos los seres y a toda la creación,
este nivel de comprensión es el elemento esencial en la experiencia de la
iluminación.
Skinner decía que la
consciencia, al igual que el lenguaje, es un producto de la vida social, de ahí
las claras diferencias que presentan los psicópatas o las personas que se criaron
en ambientes salvajes. William James sostiene que todo pensamiento tiende a
formar parte de una consciencia personal. En consecuencia no hay una “consciencia”
individual e independiente de un propietario. Hay, únicamente, el proceso de
pensamiento según lo percibe y lo experimenta un individuo. La consciencia
connota y percibe una especie de relación externa; no es una clase especial de
material o una manera de ser.
Este sentimiento de
identidad en el tiempo, en el espacio y con otros seres, esta sensibilidad, es
parte de la consciencia. Esta idea es consistente con los descubrimientos
antropológicos que muestran que la consciencia del yo, del ego, del individuo,
no puede aparecer sin las redes que construyen la otredad.
Hay varias teorías e hipótesis
que de la misma forma sugieren que el acelerado desarrollo neurológico y
cognitivo que nuestra especie presenta a lo largo de la evolución, filogenética
y ontogenética, se debe a la vida cultural y social que presenta el ser humano.
Michael Tomasello rechaza la idea de que el lenguaje haya surgido por una
mutación, para él, en los humanos evolucionó biológicamente una nueva manera
intencional de identificarse y de entenderse con miembros de la misma especie.
Roger Bartra plantea que la
consciencia es una especie de exocerebro, que a través de los símbolos, el
lenguaje y las neuronas espejo podemos entendernos con los otros, el
surgimiento de este proceso implica, además, una situación en la cual el
individuo está sometido a un sufrimiento ante las dificultades para sobrevivir
en condiciones hostiles; por lo que las estrategias sociales y culturales
evolucionaron como una manera de enfrentar el sufrimiento en individuos dotados
con notables capacidades memorativas y predictivas.
Ser consciente no es un
estado momentáneo en nuestra existencia. Ser consciente se refiere a nuestra
manera de existir en el mundo. Está relacionado con la forma en la que
conducimos nuestras vidas y, especialmente con los vínculos emocionales que
establecemos con las personas en nuestro día a día. Ser dotado de consciencia
es ser capaz de amar.
Ana Beatriz Barbosa Silva
describe la consciencia como un sentido de responsabilidad y generosidad basado
en vínculos emocionales, de suma nobleza, con otras criaturas (plantas,
animales y seres humanos) incluso con la humanidad y el universo como un todo.
Es una especie de entidad invisible, que posee vida propia y es independiente
de nuestra razón. Es la voz secreta del alma que habita en nuestro interior y
que nos orienta hacia el camino del bien.
Todas las personas
portadoras de consciencia se emocionan al ser testigos o tener conocimiento de
un acto altruista, ya sea simple o grandioso. Toda historia acerca de la
consciencia se relaciona con la conectividad que existe entre todas las cosas
del universo. Por eso, aun sin advertirlo, nos alegramos ante la naturaleza
gentil de los actos de amor.
Al final de la historia de Batman de Arkham, Batman interfiere en
los planes del Joker para drogar y enloquecer a toda la ciudad, provocando casi
la muerte de este villano; sin embargo, Bruce, al darse cuenta que deseaba que
el Joker muriera corre para salvarlo.
Durante la meditación, la consciencia plena nos ayuda a establecer un contacto directo con el momento presente, una especie de diálogo con uno mismo que generalmente pasamos desapercibido que de poder advertir podríamos lograr un metaentendimiento de nosotros mismos y de nuestros propios procesos mentales, Estoy en el aquí y el ahora, estoy respirando, estoy vivo, estoy pensando, estoy sintiendo felicidad/tristeza/ira. Podríamos entonces imaginar que el diálogo que crea la consciencia de una persona que se ha desarrollado en un ambiente en donde siempre hubo afecto y cuidado sea Estoy aquí, el mundo y las personas que lo habitan son buenas, amar es importante y me mantiene vivo; mientras que el de una persona que sufrió de maltrato y violencia, que haya sido convertida en psicópata sería Estoy aquí, el mundo y las personas que lo habitan son peligrosas y pueden hacerme daño, si yo no los lastimo o los mato ellos me lo harán a mí.
Tal vez sea inexacto
presentar la consciencia como una cualidad que algunos seres poseen, quizá
debamos comenzar a contemplar la consciencia como una entidad presente en todo
el universo, quizá debamos vernos a nosotros mismos como recipientes de
consciencia. Tal vez tampoco debamos ver a los psicópatas como seres
desprovistos de consciencia, sino como algo que los seres humanos podemos
llegar a ser, quizá la representación de los psicópatas en los medios de
comunicación como en la literatura, el cine o las series de televisión sirvan
para conocer y aceptar esa parte de nuestra naturaleza, no para enaltecerlos y
alabarlos y mucho menos imitarlos, sino para contemplar lo que puede ocurrirle
a una consciencia individual e inmadura cuando se ve deformada por un contexto
difícil, la paranoia y narcisismo que un trauma puede originar, y tener siempre
presente que los seres humanos somos seres sociales, que la mente individual
puede ser el reflejo del ambiente social y que por tanto el amor que brindamos,
la voluntad que nos mantiene vivos y las emociones que emitimos dependen, al
menos durante nuestros primeros años de vida, de las respuestas que los otros
miembros de nuestra especie nos dan.