martes, 31 de diciembre de 2013

MINDFULNESS PARA VIVIR EL PRESENTE


"No es posible enfrentarse a la consciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina imaginando figuras de luz sino haciendo consciente la oscuridad."

Carl Gustav Jung


Si bien al hablar de psicología clínica es realmente difícil señalar una corriente terapéutica como la más eficaz o la mejor alternativa para tratar los diversos problemas relacionados con la salud mental, y esta sería una buena razón para desatar acalorados e intensos debates, no podemos afirmar que la psicoterapia se mantenga aislada, al igual que cualquier cosa, del paso del tiempo.

La evolución también está presente en la psicoterapia, actualmente vivimos la tercer generación de las terapias conductuales (Isabel Caro habla de una cuarta fase en las terapias cognitivas, pero eso es otro tema el cual trataré en otro momento). La primera generación se centraba en estímulos y respuestas en condicionamiento clásico y operante. La segunda era la terapia cognitivo conductual, que trabaja para modificar el contenido de nuestros pensamientos y cambiar así cómo nos sentimos. La tercera es la terapia basada en mindfulness y aceptación. Investigadores como Steven Hayes, fundador de la terapia de aceptación y compromiso, descubrieron las estrategias de tratamiento en mindfulness y aceptación cuando buscaban nuevas soluciones para dilemas clínicos intratables.

Podemos encontrar los antecedentes de la intervención en mindfulness miles de años atrás, en la meditación, que forma parte de la tradición budista, el término “mindfulness” es la traducción al inglés de la palabra sati que en la lengua pali (idioma en el que se registraron originalmente las enseñanzas de Buda) significa conciencia, atención y recuerdo. Actualmente, además de las cualidades mentales de conciencia, atención y recordar, se han agregado las cualidades de no juzgar, la aceptación y la compasión al concepto y a la práctica del mindfulness.

Jon Kabat-Zinn, uno de los exponentes más importantes de esta intervención, define a la terapia en mindfulness como “la conciencia que surge de prestar atención intencionalmente en el  momento presente y sin juzgar; a las experiencias que se despliegan en cada momento”. Otros la consideran como “una autorregulación de la atención, mantenida en la experiencia inmediata, que permite así un mayor reconocimiento de los acontecimientos mentales en el momento presente” y “adopta una orientación particular hacia la propia experiencia, caracterizada por la curiosidad, la apertura y la aceptación”.

Aunque parezca sencillo entender el concepto de mindfulness, junto con sus elementos vivir el presente, la conciencia, la atención, el no juzgar, la aceptación y la compasión, llevar esto a la práctica no es tan fácil como podrían imaginarlo, para ello se sugiere considerar antes la idea opuesta. El mindlessness o ausencia de consciencia, pasamos la mayor parte del tiempo actuando en “piloto automático”, vivimos entre recuerdos del pasado y fantasías del futuro, con nuestro cuerpo y nuestra mente en diferentes lugares. ¿Cuántas veces nos hemos sentido así?, ¿Cuántas veces hemos cometido un error o hemos olvidado algo por desviar nuestra atención de nuestras actividades y comenzamos  a divagar?, ¿Cuántas veces hemos revivido los afectos negativos de un suceso que en su tiempo nos provocó sufrimiento?, ¿Cuántas veces hemos explotado con o sin razón aparente porque somos incapaces de gestionar de la mejor forma posible nuestras emociones?, ¿Cuántas veces hemos sido conscientes y vivido plenamente el presente? En esto último consiste el mindfulness.

A partir de técnicas de exploración corporal, de meditación, ejercicios en donde se pretende mantener la atención y la consciencia en el momento presente, e inclusive del yoga, junto con los otros elementos propios de la corriente que adopte la intervención en consciencia plena o mindfulness se han obtenido buenos resultados al tratar diversas problemáticas como la depresión, el trastorno límite de la personalidad, trastornos de ansiedad, adicciones, trastornos alimentarios, estrés, dolor crónico; además de otros grandes beneficios que se verán reflejados en la calidad del sueño, las relaciones interpersonales, la salud cerebral y la forma en la que disfrutamos de nuestra vida al centrarnos únicamente en el momento presente y aceptar cada aspecto de nuestras vidas, ya sea que nos causen sufrimiento o felicidad.

Si gustan entrarle al mindfulness pueden hacerlo a partir de este par de modalidades para la práctica (cortesía de Siegel y colaboradores):

-       Mindfulness diario: implica recordarnos durante el día que debemos prestar atención a lo que ocurre en cada momento sin alterar de manera radical nuestras rutinas. Significa sentir las sensaciones de caminar cuando caminamos, el sabor de la comida cuando comemos, y el aspecto de nuestro entorno cuando nos desplazamos.

-       Práctica de meditación formal: dedicar un tiempo para sentarse tranquilamente a meditar. Hay varios tipos de meditación que pueden cultivar el mindfulness; la mayoría implica elegir al principio un objeto de atención, como la respiración y centrarla en ese objetivo cada vez que la mente vaga. Esto desarrolla un grado de calma que a su vez, nos permite centrar mejor la mente en el objeto elegido. Una vez establecido cierto grado de concentración, la meditación mindfulnness conlleva dirigir la mente a lo que aparezca predominantemente en ella, ya sean experiencias físicas como una picazón, un dolor o un sonido, o experiencias emocionales que se manifiesten en el cuerpo, como la opresión en el pecho que se asocia con el enfado o el nudo en la garganta que aparece con la tristeza.

 De la misma forma, Siegel nos expone algunas ideas erróneas bastante comunes en occidente sobre meditación.

-       No es tener la mente en blanco: aunque algunas prácticas de concentración estén hechas para vaciar la mente ese no es el objetivo del mindfulness, su objetivo implica entrenar la mente para que sea consciente de lo que está haciendo en todo momento, incluso ser consciente de que estamos pensando cuando pensamos.

-       No es convertirse en seres sin emociones: las personas esperan que la práctica de mindfulness los libere de la carga de las emociones, especialmente de las que les causan sufrimiento, sin embargo, esta a menudo tiene el efecto contrario. Al practicar para sentir el contenido de la mente, llegamos a sentir nuestras emociones de manera más completa e intensa. Nuestra capacidad para reconocer cómo nos sentimos aumenta al renunciar a las defensas normales, como distraernos con entretenimiento y comida.

-       No es apartarse de la vida: aunque la mayoría de las prácticas de meditación fueron perfeccionadas por monjes y monjas que se volvieron ermitaños al alejarse de las relaciones interpersonales y la civilización esto no es del todo necesario. En cambio, las vicisitudes de la vida se experimentan de manera más vívida porque dedicamos el tiempo necesario a prestar atención en nuestra experiencia en cada momento.

-       No es buscar la dicha: aunque se producen estados de ánimo excepcionalmente agradables, en la meditación mindfulness, les permitimos surgir y desaparecer, no nos apegamos a los estados de felicidad ni tampoco rechazamos los desagradables.

-       No es escapar del dolor: cuando analizamos y aceptamos las experiencias desagradables, nuestra capacidad de soportarlas aumenta. También descubrimos que las sensaciones dolorosas son diferentes del sufrimiento que las acompaña. Somos conscientes de que el sufrimiento surge cuando reaccionamos con resistencia ante el dolor, cuando protestamos o lo evitamos, en lugar de aceptarlo momento a momento.

El tema del mindfulness es sumamente interesante, y es una intervención que está siendo adoptada rápidamente por una buena cantidad de terapeutas; esta es sólo una breve presentación que trato de exponer de la forma más básica posible, si les interesa conocer más acerca de esto les sugiero leer el Manual clínico de Mindfulness de Fabrizio Didonna.

jueves, 19 de diciembre de 2013

MARIHUANA, ¿LEGALIZAR O NO LEGALIZAR?




El tema de la marihuana ha sonado bastante durante este año, debido en parte a la despenalización de su uso y producción en Uruguay y en los estados de Colorado y Washington de EEUU, y porque el ex presidente Vicente Fox desea, pobre y humildemente, emprender un pequeño negocio con dicha planta. Sin embargo, muchas son las opiniones y actitudes sobre si la marihuana debería legalizarse en México, o por lo menos en el Distrito Federal, es por ello que yo planteo en este artículo dos posibles escenarios acerca del tema.
Pero antes, considero de suma importancia exponer los efectos de dicha droga y creo que no hay mejor manera de hacerlo que citando a dos especialistas.

Ramón de la Fuente, médico psiquiatra escribe:

"La cannabis y sus preparaciones producen síntomas que dependen de la dosis, de la personalidad y de las expectativas del usuario, así como de la situación ambiental. los efectos de las dosis bajas y moderadas producen hilaridad, locuacidad y euforia, cambios en la percepción del tiempo y del espacio, alteración del juicio y de la memoria, incremento de la sensibilidad visual y auditiva, conjuntivitis y bronquitis. Con dosis altas se presentan ilusiones, delirios, confusión, despersonalización, alucinaciones y algunas veces un episodio psicótico. Hay datos para pensar que el uso prolongado y regular de cantidades elevadas de cannabis puede afectar las funciones psicomotoras, cognitivas y endocrinas, reducir la inmunidad y hacer descender la resistencia a las infecciones. A mayor abundamiento, la cannabis contiene sustancias capaces de causar daño en el sistema respiratorio. 

El uso reiterado de la cannabis conduce a una dependencia psicológica moderada y suscita la búsqueda de la droga. Los usuarios habituales desarrollan tolerancia para sus efectos subjetivos. La transición del abuso de cannabis al de drogas más peligrosas es una consecuencia de la asociación del consumidor con las fuentes de abastecimiento ilícito, más que un efecto inherente de la cannabis"

Por su parte, Herminia Pasantes, investigadora especializada en fisiología, menciona:
"Los efectos de la marihuana varían mucho en los distintos individuos. Dependen también de la vía de administración, la experiencia y las expectativas del sujeto y la vulnerabilidad de cada uno. Además también influye la cantidad de droga que llega a la sangre según la técnica empleada al fumarla, el contenido de cannabinoides de la muestra y el efecto de las reacciones que ocurren durante la ignición. Sin embargo, en general, el efecto más generalizado de la marihuana es una sensación placentera, de bienestar, y un incremento en la calidad de la percepción a la música y la percepción visual. Se ha descrito también, en forma subjetiva, mayor satisfacción en la relación sexual. en algunos casos, la marihuana puede producir cuadros de ansiedad y temor exagerados. En ocasiones se presentan distorsiones de la percepción visual y auditiva y una pérdida de la sensación del tiempo.
Se ha considerado que el uso frecuente de la marihuana puede producir una falta de motivación, pero un análisis riguroso no ha sustentado esta suposición. Tampoco parece existir una base solida para suponer que la marihuana puede desencadenar una conducta agresiva. En cuanto al desempeño intelectual, las pruebas no son muy claras tampoco, en el sentido de lo que la marihuana pueda causar, sea un decremento o un incremento de las capacidades intelectuales de los consumidores. Hasta ahora los efecto perjudiciales de la marihuana (una vez al día o menos) parecen no ser muy importantes.
A diferencia de otras drogas, la marihuana no produce un síndrome de abstinencia orgánica, es decir, al interrumpir su consumo no hay alteraciones fisiológicas notables, aunque es posible que exista cierto grado de dependencia psicológica, más fuerte que el simple deseo de experimentar una sensación placentera."  


Ya expuesto esto, pasemos a lo que considero podría ocurrir si...
SI CONTINUA PENALIZADA la situación no cambiará en lo absoluto, seguirán existiendo personas a las que les gusta quemarles las patas al diablo, seguirán comprando y consumiendo marihuana a escondidas, más gente comenzará y continuará con este hábito ya sea por curiosidad, para relajarse o divertirse, porque le agrada la experiencia, porque desarrollaron una adicción, etc.

SI SE DESPENALIZA el contexto se tornará un poco más agradable para los usuarios de la marihuana, no tendrán que preocuparse de ser arrestados por posesión, además de que ellos mismo podrán cultivar sus plantitas. Sin embargo, el estigma social que actualmente existe hacia quienes consumen marihuana continuará siendo el mismo por un buen rato, seguirá existiendo el sufrimiento en las familias por la presencia de un adicto, así como sufren con un familiar alcohólico o con quien presenta un trastorno mental o cualquier otra enfermedad, y las razones por las que consumen marihuana seguirán ahí.
Personalmente considero que lo que menos necesita México es cerrarse al debate y la discusión, si se continúa  satanizando el uso de la marihuana  (y de otras drogas) difícilmente se comprenderá a los usuarios que luchan por salir de una adicción, ni alcanzaremos a conocer las propiedades de la marihuana. Actualmente gracias a investigaciones que revelan los efectos de la marihuana en el cerebro, como la neurogénesis o su utilidad para combatir el Alzheimer,  los prejuicios que se tienen sobre ésta se van debilitando, pero no por eso debemos aprobar su uso a la ligera. Tomemos en cuenta que una adicción psicológica, como la que se presenta con el uso de la marihuana, es una afición hacia un estímulo, en este caso placentero, de tal manera intenso que se convierte en una necesidad y al cual el individuo no quiere renunciar o bien, que la ausencia de la droga produce en el individuo un estado tan negativo que está dispuesto a hacer casi cualquier cosa con tal de no experimentarlo. Considero más importante que legalizar el uso de la marihuana es bridar información real y objetiva a la comunidad, información sobre las drogas, sus efectos y  adicción, y más importante todavía sería realizar brigadas de salud mental y llevar la atención psicológica a quienes más lo necesiten. Muchas veces una adicción, un apego disfuncional hacia las cosas o las personas, mantener una relación destructiva, comer en exceso, ser demasiado pasivo o tener el deseo de ser amado por todos, entre otras muchas cosas, son señales de que algo anda mal con nosotros y estos diferentes comportamientos no son más que distractores que nos evitan enfrentarnos con la verdadera causa de nuestro sufrimiento.
¿Y usted que opina sobre la mota? ¿Está a favor de la despenalización o quiere que siga prohibida?
Por ahora, les dejo una canción que habla sobre el amor más puro que podrían sentir los metaleros más marihuanos ¿o serán los marihuanos más metaleros? en fin, son Black Sabbath.




Y si se lo preguntaban, sí, yo sí estoy a favor de la despenalización.

domingo, 8 de diciembre de 2013

ESTÚPIDOS Y SENSUALES PSICÓPATAS.



Desde hace algunos años la sociedad ha empezado a sentir una especial simpatía hacia algunos personajes ficticios que representan lo peor de la humanidad. Desde el padre de familia común y corriente que recurre a un acto ilegal para ayudar a sus seres queridos, como en el caso de Walter White A.K.A. Heinsenberg, hasta ese personaje que aprovechando su lugar como líder utiliza su poder e influencia para dirigir a las masas con el fin de lograr sus objetivos, como el gobernador de The Walkin Dead; o más sorprendente todavía, y más admirados aún, son esas personalidades totalmente enfermas, psicópatas como The Joker o el doctor Hannibal Lecter que a pesar de todos los asesinatos, la destrucción, el caos y el dolor que provocan (ficticios, claro está) son figuras admiradas con miles de seguidores en las redes sociales que comparten sus palabras e imagen.

Podemos usar varios términos para referirnos a este tipo de personajes así como sociópatas, personalidades antisociales, personalidades psicopáticas, etc., de la misma forma existen diferentes posturas para explicar su comportamiento, algunos más apegados al término de sociópata consideran que existen factores sociales desfavorables que son los que causan el problema, quienes recurren al término psicópata tienden a considerar factores genéticos, biológicos o psicológicos. Y aunque en el DSM-IV-TR se describa este tipo de comportamiento como “Trastorno de la personalidad antisocial” y el CIE-10 lo defina como “Trastorno disocial de la personalidad” y a pesar de que la palabra psicopatía literalmente significa “enfermedad de la mente” (del griego psyche=mente y pathos=enfermedad), no podemos ver a la psicopatía como una enfermedad per se ya que estos individuos no están locos ni desorientados, no padecen alucinaciones (como en la esquizofrenia y otras psicosis) ni presentan algún tipo de sufrimiento mental (como en la depresión o ansiedad).

Algunos estudiosos del tema sostienen que los psicópatas son perfectamente conscientes de sus actos (no existe ningún déficit en cuanto a su raciocinio o cognición), saben a la perfección que están infringiendo reglas sociales y por qué lo hacen. El déficit se encuentra en el campo de las emociones y los afectos, esto provoca que sean capaces de golpear, robar, estafar, lastimar, secuestrar, violar e inclusive asesinar sin tener el más mínimo sentimiento de culpa.

También debemos considerar que los casos más alarmantes, los asesinos seriales, los casos donde asesinan o abusan de miembros de su misma familia, aquellos casos que logran movilizar a la fuerza judicial, no son los más frecuentes. Los psicópatas no siempre recurren a la violencia física, a veces simplemente se aprovechan de sus víctimas para obtener placer, las dejan exhaustas, enfermas, con la billetera vacía o el corazón destrozado y, a pesar de todo, las víctimas, en varias ocasiones, consideran que la principal culpa o responsabilidad es de ellas mismas. Otros casos, y en mi opinión los que más nos deben preocupar, los psicópatas ocupan puestos de alta jerarquía, son líderes, empresarios, políticos capaces de manipular las leyes y a la sociedad para llevar a cabos sus fines maquiavélicos.

Ana Beatriz Barbosa Silva, una psiquiatra brasileña, nos expone en su libro Mentes peligrosas algunas de las características que presentan la mayoría de los psicópatas.

-       Superficialidad y elocuencia: los psicópatas llegan a parecernos personas divertidas y agradables, se muestran encantadoras y muestran habilidades que las hacen más atractivas. Pueden demostrar conocimiento de diversos temas y áreas como filosofía, arte, historia, medicina, psicología, etc., usando términos técnicos que hacen su discurso más creíble.


-       Egocentrismo y megalomanía: tienen una visión narcisista y sobreestimada de su valor e importancia, se consideran el centro del universo y que todo debe girar en torno a ellos, se creen superiores a todos y creen que esa superioridad les da el derecho de regirse por sus propias reglas.


-       Falta de sentimiento de culpa: los psicópatas muestran una total ausencia de culpa, inclusive algunos llegan a ser sinceros en este aspecto, dicen no experimentar ninguna clase de culpa, que no se apenan por el sufrimiento que causaron a los demás y que no ven ninguna razón para preocuparse por ello.


-       Falta de empatía: la empatía es la capacidad de considerar y respetar los sentimientos ajenos, de ponerse en el lugar de otro, esto obviamente un psicópata es incapaz de vivir.


-       Mentiras trampas y manipulación: los psicópatas son los mentirosos más hábiles que existen, mienten de modo frío y calculador, mirando a los ojos a las personas, pueden llegar a engañar hasta a los expertos en comportamiento humano y lenguaje corporal.


-       Pobreza de emociones: los psicópatas muestran una limitada variedad e intensidad en sus sentimientos; son incapaces de sentir amor, compasión o respeto hacia otra persona. Sus emociones son tan superficiales y pobres que podríamos describirlas como protoemociones (respuestas primitivas a las necesidades inmediatas). Algunos psicópatas llegan a confundir el amor con la excitación sexual, la tristeza con frustración y la ira con irritabilidad.


-       Impulsividad: esta se manifiesta en la forma en la que buscan obtener placer, satisfacción o alivio inmediato, no les importa cómo consiguen lo que desean, de cualquier forma no sienten culpa.


-       Autocontrol deficiente: los psicópatas tienden a reaccionar de forma súbita ante las frustraciones y las críticas, ya sea con amenazas, insultos o violencia.


-       Necesidad de excitación: los psicópatas odian lo rutinario, tienen una necesidad de placer y excitación fuera de lo común, esto es lo que los impulsa a delinquir, desafiar la autoridad, tener una promiscuidad sexual, usar drogas, etc.


-       Falta de responsabilidad: para los psicópatas las obligaciones y los compromisos no significan nada y su incapacidad para ser responsables se extiende a todas las áreas de su vida.


-       Problemas conductuales precoces: es más que común la idea de que los asesinos seriales y los psicópatas muestran un comportamiento bastante peculiar en su niñez, la mayoría de las veces tienden a actuar de forma violenta con animales u otros niños.


-       Comportamiento transgresor en el adulto: y el punto anterior se mantiene hasta la etapa adulta, los psicópatas no sólo rompen con las normas sociales, sino que las ven como meros obstáculos.


Actualmente no existe un tratamiento o una intervención que sea útil para provocar un cambio en los psicópatas, de hecho todos los intentos por “curarlos” tienen el efecto contrario ya que los provee de un conocimiento que pueden utilizar para manipular a sus víctimas. Considero que por el momento no tenemos otra opción más que estar prevenidos de este tipo personas, no caer en el “juego de la lástima” al que frecuentemente recurren los psicópatas para conseguir lo que quieren, cuando debamos decidir en quién confiar o a quién ayudar tomemos en consideración la combinación coherente de acciones malvadas o poco éticas con juegos escénicos o actitud de mártir, las personas que reúnan estas características no necesariamente son asesinos seriales o personas violentas, pero estén seguros que nunca querrán compartir su amistad u otro vínculo afectivo, secretos, o confiar bienes, negocios o a sus propios hijos con un psicópata.  

De la misma forma debemos recalcar la importancia de la psicometría en las organizaciones, el psiquiatra canadiense Robert Hare desarrolló un instrumento conocido como psychopaty checklist  (PCL)  también conocida como escala Hare, esta examina detalladamente diversos aspectos de la personalidad psicopática, desde los vinculados a los sentimientos y las relaciones interpersonales hasta los concernientes al estilo de vida de los psicópatas y sus comportamientos transgresores.

¿Y ustedes qué opinan de este tema? ¿Se han topado con algún psicópata?

martes, 3 de diciembre de 2013

LA IMPORTANCIA DEL APEGO 2: MARY AINSWORTH.




Ya desde el artículo anterior estábamos revisando la teoría del apego, más en específico el el trabajo de John Bowlby, en esta ocasión toca el turno a Mary Ainsworth.

Quien en 1950 viajó a Londres para incorporarse al equipo de investigación de Bowlby y estudiar los efectos de la privación materna temprana sobre el desarrollo de la personalidad. En tres años fue capaz de familiarizarse con las ideas de Bowlby lo suficiente como para realizar el primer estudio empírico del apego, cuyo objetivo principal era conocer el inicio de las señales y conductas de aproximación del bebé a la madre. Posteriormente se dedicó a estudiar el concepto de sensibilidad materna a las señales del hijo y notó que esta se relacionaba de forma significativa con un apego seguro. Observó, además,  tres patrones de relaciones: seguras (el niño lloraba poco y parecía contento explorando en presencia de la madre), inseguras (lloraba con frecuencia incluso cuando la madre lo cargaba, y exploraba poco) y no apegadas (no manifestaba aún una conducta diferencial).

Inmediatamente después inició otro estudio observacional, el proyecto Baltimore, en el que se analizó la relación madre-hijo en distintos contextos: alimentación, interacción cara a cara, llanto, conductas de saludo y seguimiento, equilibrio entre conductas de exploración y de apego, obediencia contacto corporal estrecho, búsqueda de la proximidad y contactos afectuosos. Los resultados señalaban que durante los tres primeros meses iban surgiendo patrones característicos de interacción. Había importantes diferencias entre las madres en sensibilidad y grado de respuesta rápida y apropiada a las señales del hijo. Además la sensibilidad predecía unas relaciones posteriores más armoniosas. Los niños cuyas madres habían respondido más adecuadamente a su llanto tendían a llorar menos, a ser más expresivos facial y gestualmente y a vocalizar más. Además, buscaban menos el contacto con ella, aunque cuando se producía resultaba más afectuoso y gratificante.

En otro aspecto del estudio, diseñado para analizar el equilibrio entre las conductas de apego y exploración en condiciones de bajo y alto estrés, se demostró, como se esperaba, que los niños exploraban más la habitación y los juguetes cuando estaban solos con la madre que después de entrar un extraño o marcharse ella. Este procedimiento es conocido como la Situación Extraña

Además, a partir de lo observado en este estudio podemos resaltar la clasificación de los diferentes estilos, en donde se evalúa a dos niveles. En primer lugar, se identifican y puntúan, sobre una escala de siete puntos, la presencia de determinadas categorías de comportamiento: búsqueda de proximidad, búsqueda y mantenimiento del contacto, evitación resistencia, búsqueda de la figura de apego durante los episodios separación e interacción a distancia con ella y con el extraño. A un segundo nivel, los calificadores utilizan las puntuaciones obtenidas en determinadas categorías: vinculación con el cuidador, exploración, afiliación al extraño y miedo/recelo con el fin de clasificar a los sujetos en uno de los tres tipos principales de apego: seguro, de evitación y ambivalente.
 

En el apego seguro (tipo B). Se aprecia el vínculo afectivo con la figura principal de apego en la interacción que mantiene con ella, caracterizada por el intercambio de objetos, un patrón de alejamiento-proximidad-alejamiento y la interacción a distancia. Cuando la madre se ausenta la busca y se aflige, muestra una conducta inhibida, pero no llora. En el reencuentro busca el contacto acercándose o a distancia por medio de miradas o sonrisas. En cuanto a la conducta exploratoria, utiliza al progenitor como base segura, estableciéndose una afectividad compartida en la que busca la proximidad al tiempo que es capaz de distanciarse y mantener un contacto distante. Además, en el reencuentro se siente reconfortado por la presencia de la figura de apego, de manera que puede volver a sus niveles normales de juego y exploración  más rápidamente que los niños en donde se presentan los otros estilos. Su capacidad de afiliación se pone de manifiesto cuando la extraña entra en la habitación, y el niño se aproxima al cuidador para ir respondiendo de forma gradual a la persona extraña, por quien se dejará consolar por la ausencia del progenitor. Su comportamiento general es de recelo normal cuando entran en la habitación o cuando se introduce la extraña, siguiendo de una implicación paulatina en la exploración de lugar y de los objetos o en el intercambio social con la persona desconocida.
 

Apego de evitación (tipo A). Se muestra muy activo con los objetos pero no muestra un vínculo con la figura de apego, no la incluye en sus juegos. No interactúa con ella, ofrece una imagen general de rechazo o desinterés, e incluso puede llegar a mostrar una clara evitación. Experimenta una escasa o nula ansiedad por la separación, de manera que no la busca, siendo muy raro que llore en esta situación. Cuando la figura de apego regresa la ignora o incluso expresa su deseo de estar solo; la evitación es especialmente intensa durante un segundo reencuentro. Por otra parte, explora de forma activa el entorno, pero sin buscar el acercamiento a la figura de apego ni interactuar a distancia con ella. En cuanto a la afiliación se muestra amistoso con la extraña tanto delante del progenitor como en su ausencia. Al final manifiesta un extraño recelo hacia la habitación y hacia la persona extraña.

 
Los estudios señalan que las madres de los niños que desarrollan un apego de evitación mantienen pocos contactos físicos con sus hijos. Cuando se relacionan con ellos sus relaciones son más intensas e intrusivas, haciendo que se sientan abrumados.

 
Las repetidas experiencias de rechazo y retraimiento les llevan a pensar que las interacciones con sus figuras de apego les resultaran aversivas o decepcionantes y que expresar afecto negativo es inapropiado. Por consiguiente, adoptarán la estrategia de la evitación para apartar su atención de la figura de apego durante los momentos de estrés, resolviendo así el conflicto entre sus deseos y las expectativas de rechazo.

 
En el apego ambivalente (tipo C). Interactúan muy poco con la figura de apego y cuando lo hace mantiene una conducta ambivalente de aproximación y rechazo.

 
Al separarse experimenta una angustia muy intensa y llora, pero se muestra muy pasivo y no la busca. En el reencuentro se resiste al contacto y difícilmente se tranquiliza y consuela, de manera que no vuelve a su nivel anterior de juego, ya de por sí bajo. El llanto se intensifica durante la segunda separación y reencuentro. Le resulta difícil separarse y cuando lo hace muestra una gran pasividad en sus exploraciones; después de la segunda separación se muestra incapaz de distanciarse y explorar, no funcionando el adulto como base segura. La interacción con la extraña es escasa o nula, tanto en presencia del progenitor como en su ausencia; no le responde ni se deja consolar cuando se queda solo con ella. Tiene miedo y recela de la habitación y de la persona extraña, en especial durante la segunda separación.


La percepción de sus madres como indisponibles y no predecibles explicaría el comportamiento ambivalente, colérico, vigilante y a veces indefenso en la Situación Extraña de los niños con apego ambivalente. Aunque sus madres a menudo se muestran insensibles, a veces interactúan de manera sensible en función de su estado de ánimo o de sus deseos. Por consiguiente, sus características predominantes serían la insensibilidad y la inconsistencia.

 
En los primeros estudios de la Situación Extraña se detectaba un porcentaje pequeño de casos a los cuales no se les ubicaba en clasificación alguna y fue hasta la década de 1990 cuando Main y Solomon al analizar diversas muestras de niños (clase media, dificultades económicas, alto riesgo, maltratados) validaron un nuevo tipo de apego que denominaron desorganizado o tipo D.

 
La conducta del niño con un apego desorganizado no presenta la consistencia ni la organización estratégica características de los otros apegos inseguros, sino que se trata de comportamientos contradictorios, extraños e incoherentes. Son siete los índices utilizados para evaluar este apego según la Situación Extraña: expresión secuenciada de patrones contradictorios de conducta; expresión simultánea de patrones contradictorios de conducta; movimientos y expresiones sin sentido, mal dirigidos, incompletos o interrumpidos; movimientos asimétricos, estereotipias y posturas anómalas; rigidez, inmovilidad y lentitud de expresiones y movimientos; índices directos de temor al progenitor; e índices directos de desorganización y desorientación.

 
El apego D puede desarrollarse por la indisponibilidad psicológica de la figura de apego, por su comportamiento extremadamente hostil o abusivo o por su pérdida real o simbólica. Unas condiciones ambientales aberrantes limitarían en gran medida la capacidad del niño para apegarse a una persona, como cuando sufre abandono grave o maltrato o se cría en un ambiente institucional nocivo. Un contexto de relaciones caóticas y la fuerte probabilidad de que los padres maltratadores tengan apegos inseguros a sus propios padres. La desorganización se produciría cuando experimentan miedo ante ciertas conductas atípicas parentales tan nocivas como el maltrato y relacionadas con el apego, impidiéndoles desarrollar una estrategia organizada de apego o provocando la ruptura de la estrategia seguida. Las conductas contradictorias, extrañas e incoherentes del niño se deberían a la situación paradójica a que se ve sometido: el cuidador es al mismo tiempo el origen de su miedo y la base segura.

Hay que tomar en cuenta que la situación experimental de Ainsworth es demasiado inusual para el niño y, por tanto, puede dar por resultado observaciones engañosas. Además, deberíamos ser cautos acerca de responsabilizar a los padres por completo de las perturbaciones del apego. El temperamento infantil, producido por la genética, es responsable en parte de la mayor seguridad de un niño comparado con otro. En el mundo ideal, los padres mostrarían destrezas de crianza tan sensatas que podrían proporcionar los cuidados suficientes para que todos desarrollaran un apego seguro. Pero en el mundo real, la misma conducta parental que es adecuada para el niño promedio puede dejar a un niño temperamentalmente vulnerable ansioso acerca del apego.

La ansiedad por la separación de los padres aumenta alrededor de los 13 meses y luego declina en forma gradual, esto no significa que nuestra necesidad de amar a otros pueda desaparecer, en realidad nuestra capacidad de amor aumenta de otros modos  y nuestro placer de tocar y sostener a quienes amamos nunca se desvanece. El poder del apego temprano, sin embargo, disminuye gradualmente y nos permite movernos en un amplio espectro de situaciones y comunicarnos con extraños con más libertad. Uno podría decir que gran parte del ciclo de la vida se reduce a un ritmo conmovedor de apego y separación, desde el apego de la vida fetal hasta la separación en el momento del nacimiento, desde el apego infantil hasta la separación adolescente, desde los apegos del matrimonio y de la paternidad hasta la separación de la muerte.

jueves, 28 de noviembre de 2013

LA IMPORTANCIA DEL APEGO 1: JOHN BOWLBY


La idea de “infancia es destino” ha sido la causa de numerosos debates entre diferentes corrientes teóricas de la psicología, dando lugar a una intensa lucha entre ambiente y genética, y hasta el momento no tenemos claro quién pueda ser el vencedor.  

Una de las teorías que hallo más interesantes y completas, la cual expondré un poco en los siguientes artículos,  es la teoría del apego, en donde tenemos como pioneros a John Bowlby y Mary Ainsworth.

El primero, a partir de su experiencia como voluntario de una casa hogar y el contacto con dos chicos desarrolló la firme idea de que  las relaciones familiares tempranas influyen fuertemente en el desarrollo de la personalidad.

Desde los últimos años de la década de 1960 a los primeros de 1980, Bowlby escribió tres textos en los cuales explica su teoría.

En el primero, Attachment, se habla de la necesidad innata de interacción social que tenemos todos los seres humanos la cual, durante los primeros años, se ve mejor satisfecha a través del contacto que se tiene con el cuidador. Las personas necesitan de la protección y apoyo de otros, sobre todo de quienes tienen un interés especial por su bienestar. Las necesidades de protección y apoyo se ven satisfechas con un sistema conductual de apego, un sistema organizado de emociones y conductas que promueven la proximidad a la figura de apego. El vínculo afectivo de apego con el cuidador actuaría como un sistema de control de la conducta encargado de regular la búsqueda de proximidad y la conducta exploratoria según el momento y la situación. Será así que el niño desarrollará un apego seguro cuando tenga una representación mental de la figura de apego como disponible y que responde cuando la necesita. Una vez apegado utiliza a la figura principal como base segura para la exploración del ambiente y como refugio al cual retornar ante una situación de peligro. No es diádico, sino una característica del individuo, un vínculo que establece con el otro al que percibe como más fuerte y deseado.

Generalmente, en la mayoría de las culturas y sociedades, la figura principal de apego es la madre ya que son las encargadas de alimentar y cuidar a las niñas y niños pequeños. Sin embargo, la figura principal de apego también puede ser el padre, los abuelos o, inclusive, personal de la guardería, cualquiera encargado de sus cuidados. Posteriormente las redes sociales comienzan a ser más complejas y la figura principal de apego se desplaza de la madre y el padre a los grupos de pares y pareja, pero profundizaremos en este aspecto más adelante. Aunque el apego a los padres generalmente se mantiene, los apegos posteriores pueden llegar a ser más importantes en la etapa adulta.
 
En el segundo volumen, Separation: Anxiety and Anger, Bowlby formula un modelo teórico sobre el desarrollo de la personalidad. Menciona dos tipos distintos de estímulos que producen miedo en los niños: la presencia de señales de peligro no aprendidas o adquiridas culturalmente y la ausencia de una figura de apego. El sistema conductual de apego se activará ante señales de peligro o estrés, unas relacionadas con el propio niño, como lo puede ser una enfermedad, la fatiga o el dolor, y otras con estímulos amenazantes del ambiente, especialmente los relativos a la ausencia, retraimiento o rechazo de la figura de apego.

Bowlby se replanteó también el concepto freudiano de mundo interno basándose en la teoría cognitiva moderna y utilizando el concepto de modelo interno operativo (o de trabajo). Los modelos internos se definen como concepciones que el sujeto construye sobre la naturaleza, características  y comportamiento esperado del mundo y de los otros; los de la figura de apego y del yo tienen especial importancia. Los niños construyen modelos internos operativos de sus figuras de apego, una representación del cuidador, a partir de la interacción personal. Si el progenitor reconoce las necesidades de confort y de protección del hijo al tiempo que respeta su necesidad de exploración, entonces es probable que desarrolle un modelo interno del yo muy positivo (se sentirá valorado y con autoconfianza). Además, los modelos internos le sirven para predecir el posible comportamiento de la figura de apego y planificar sus propias respuestas, es decir, seleccionar las conductas específicas que conviene utilizar en una situación concreta con una persona determinada.

En el tercer y último volumen, Loss, Bowlby utilizó la perspectiva de procesamiento de información para explicar la creciente estabilidad de los modelos internos operativos, así como sus distorsiones defensivas. Los modelos internos se van volviendo menos accesibles a la conciencia al hacerse habituales y automatizarse y, como los patrones antiguos de pensamiento y acción guían la atención y procesan la información de forma selectiva, es normal e inevitable un cierto grado de distorsión informativa. En ciertas condiciones en la que el acceso a la información almacenada provocaría un grado significativo de ansiedad, se puede producir una exclusión defensiva antes de su procesamiento. La conducta de apego y los sentimientos asociados a ella son especialmente vulnerables a esta exclusión: cuando el sistema de apego se activa intensamente y no alcanza su objetivo con frecuencia o durante un tiempo prolongado  se suele producir una exclusión defensiva, como sucede en el caso de los niños con apego de evitación.

Excluir información de la conciencia con una finalidad defensiva puede perjudicar la adecuación de los modelos  internos a los cambios evolutivos y ambientales que se hayan producido. Aunque la exclusión defensiva protege al individuo de un dolor mental insoportable, de la confusión o del conflicto, interfiere en la acomodación de sus modelos internos operativos a la realidad externa. Los modelos representacionales funcionaran mejor cuando sea un reflejo relativamente exacto a la realidad, requiriendo un procesamiento consciente su comprobación, revisión y mantenimiento actualizado.

Bowlby también plantea los siguientes cuatro estadios en el desarrollo del apego:

1.    Fase de orientación y señalización social indiscriminada (de 0 a 3 meses):

En esta primera fase el bebé no reconoce a su cuidador, acepta a todo aquel que le brinda comodidad y emite de forma indiscriminada sus señales. Puede discriminar la voz y el olor de su cuidador, sin embargo, no la identifica visualmente de manera global.

2.    Fase de sociabilidad discriminante (de 3 a 6-9 meses):

Debido al desarrollo de la visión ahora el bebé es capaz de integrar la percepción de la cara con la voz, el olor y otras características del cuidador, en esta etapa a pesar de poder reconocer a la figura de apego no rechaza a los extraños.

Durante esta fase el infante muestra una clara preferencia hacia las personas que le resultan familiares y comienza a orientar su repertorio conductual a la figura principal de apego.

3.    Fase de mantenimiento de proximidad con una figura discriminada mediante locomoción y señales (de 6-9 meses a los 3 años):

En esta fase es cuando se consolida el apego a la figura principal. Mediante el movimiento el niño controla la proximidad a la figura de apego y explora su entorno, esta nueva habilidad se asocia a cuatro conductas de apego: aproximación diferencial, a las 28 semanas; seguimiento diferencial cuando la figura principal se marcha, a las 24 semanas; utilización como base segura para explorar, a las 28 semanas; y regreso hacia el cuidador como lugar seguro ante lugares de peligro, a las 34 semanas. A los 8 meses se aflige y protesta cuando el cuidador se marcha e intenta seguirlo. Entre el los 8-10 meses comienza a mostrar miedo a los extraños. Hasta los tres años el estrés disminuye durante las separaciones breves, y necesitan menos del contacto físico para explorar, aunque la mayoría busca el contacto en el reencuentro.

4.    Fase de implicación recíproca en la organización conductual del apego:

Durante esta etapa ocurren dos cambios importantes. El primero se relaciona con la capacidad para inhibir la conducta de apego y acoplar sus planes de proximidad con los del cuidador, resultando una “reciprocidad emergente”. El segundo cambio se refiere a la capacidad para operar internamente sobre los objetivos y planes del yo y del otro a la vez. Los estudios muestran que a los tres años ocurre una importante elaboración de los modelos internos operativos, manifestándose en un sistema más complejo de esquemas y en una mayor capacidad para inhibir la conducta, permitiéndole integrar sus objetivos y conductas con los de la figura de apego.
 
Aunque la reciprocidad corregida hacia la meta es la última fase de desarrollo de apego, el sistema conductual continúa cambiando después de preescolar y  lo largo del ciclo vital. Durante la infancia media los niños continúan usando a sus figuras de apego como base segura en la exploración, aunque progresivamente van utilizando a otros adultos y grupo de iguales.

Como pueden notarlo el desarrollo del infante durante los primeros años de vida es mucho más complejo de lo que podemos apreciar y su consciencia de sí mismo y del mundo va más allá de lo que imaginábamos, quisiera conocer su opinión sobre esta teoría o si algo de lo que he escrito les recordó algún aspecto de la convivencia con sus hijas e hijos, sobrinos, nietos o cualquier niño o niña, recuerden que seguiré con este tema en otros artículos.

jueves, 14 de noviembre de 2013

LA DEPRESIÓN, ESE GRAN NEGOCIO DE LA PSIQUIATRÍA.


Antes que nada deseo señalar que el fundamento teórico en el que me baso para escribir este artículo es el trabajo de Aarón T. Beck y la Terapia Cognitiva Standard, de la misma forma aclaro que respeto los distintos métodos de intervención en la psicoterapia y reconozco la importante labor en el área de la salud mental de nuestros colegas médicos y psiquiatras.

La depresión es uno de los trastornos que más atención han comenzado a ganar en los últimos tiempos, diferentes artículos de periódicos y revistas junto con otras investigaciones señalan que aproximadamente el 4% de la población mundial sufre o a sufrido un episodio de depresión y consideran que en los próximos años será una de las principales causas de ausentismo laboral y discapacidad; pero ¿qué tanto sabemos de la depresión para afrontarla de una forma eficaz?

Una de las definiciones más comunes de las depresión (y con esto me refiero, la que es más fácil de encontrar en la súper vía de la información que es el internet, o sea, la de wikipedia) la describen como aquel diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana (anhedonia). Los desórdenes depresivos pueden estar, en mayor o menor grado, acompañados de ansiedad. Esta alteración psiquiátrica, en algunos casos, puede constituir una de las fases del trastorno bipolar.  Esta definición que regularmente también nos es brindada por otros medios de comunicación no especializados como la radio o la televisión puede alarmar seriamente a la población principalmente cuando un miembro de la familia presenta alguna de estas señales. El dolor de ver al ser querido sufrir y la incapacidad de ayudar, junto con el miedo porque esta situación termine en suicidio provocan que se lleguen a intentos por consolar o aliviar el dolor emocional que en ocasiones son infructuosos.

La razón por la que recurro al modelo cognitivo de Beck es debido a que es una de las principales terapias cognitivas en la actualidad. Hay que destacar que es una de las terapias cognitivas más estudiadas y otro rasgo que cabe señalar es el amplísimo rango de aplicación para este tipo de terapia. Fundamentalmente, la terapia cognitiva de Beck se desarrolló para el tratamiento de pacientes con trastornos depresivos y fue ampliando su rango de aplicación al campo de los trastornos de ansiedad y fobias, y más recientemente, se empezó a aplicar al campo de los trastornos de la personalidad.

La pérdida es uno de los conceptos claves en la teoría de Beck, el cual lo tomó de su formación psicoanalítica y en concreto del texto Duelo y melancolía de Sigmund Freud. Para Freud el depresivo melancólico siente la pérdida personal y la humillación por parte de otra persona significativa, pero no puede tolerar sus propios impulsos agresivos por estar herido. Psicológicamente, incorpora al otro en sí mismo, y castiga de forma simbólica al otro por el propio sufrimiento del ego.

Para Beck la aflicción es una reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente. Por su parte, la melancolía se caracteriza, psíquicamente, por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación de interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución del amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones que el paciente se hace a sí mismo y puede llegar incluso a una esfera delirante de castigo.

Es importante tomar en cuenta la complejidad del contexto y como las diferentes representaciones y actitudes que se viven entre generaciones dificultan el apoyo que se puede brindar en la familia. Vivimos en una sociedad altamente hedonista en donde el adolescente por su alto nivel de impulsividad, por ese descontrol hormonal, esa personalidad en, apenas, formación y la fuerte dependencia que puede crear con las nuevas relaciones se encuentra más susceptible que nadie.  

La pérdida se manifiesta en la tríada cognitiva. El paciente percibe que ha perdido algo que considera esencial para su felicidad, anticipa resultados negativos para cualquier cosa que haga y se considera a sí mismo como deficiente para lograr metas importantes. Es decir, el tema de la pérdida se manifiesta en términos de la tríada cognitiva. La depresión se considera no como un trastorno del estado de ánimo, sino como consecuencia de un punto de vista negativo, sesgado, sobre el sí mismo, el futuro y el mundo. El depresivo se ve a sí mismo como deficiente o inútil, como inadecuado o sin valor. Lo malo que le ocurre se debe a un defecto en él mismo. Es decir, existe una relación causal entre los defectos que el depresivo percibe en sí mismo, y el juicio resultante sobre su escaso valor personal.

Además, el depresivo interpreta sus experiencias actuales en términos negativos, es decir, le parece que el mundo le exige más de lo que puede dar. Las experiencias se construyen como siendo la evidencia que demuestra su pérdida. Esta evidencia se utiliza como apoyo para su visión sobre el rechazo personal, la deprivación y su mayor dependencia.

Finalmente, cuando el depresivo se plantea el futuro, lo hace presuponiendo una serie de obstáculos, sufrimientos, etc. que cree que van a durar indefinidamente. Nada hay de valor en el futuro, y las anticipaciones que hace el depresivo reflejan esta visión negativa extrema. Para Beck los cambios motivacionales típicos del depresivo, como el escape, la evitación o las ideas suicidas son consecuencia de esa percepción del depresivo sobre lo que puede deparar el futuro.

Ahora, mi propuesta para una intervención eficaz de la depresión es la psicoeducación, para prevenir, brindar talleres en escuelas, hospitales o plazas públicas, al acercar conocimiento más objetivo a la población esta tendrá mejores herramientas para afrontar una situación de este tipo.

En cuanto a la aplicación directa de una intervención en un paciente que ya se encuentra sumergido en este tipo de problemas, considero que es importante una adecuada valoración antes de decidir si el tratamiento será psicoterapéutico o farmacológico, en una ocasión uno de mis familiares que es médico me comentó que todo paciente depresivo debe ser inmediatamente medicado e internado para evitar que atente en contra de su vida, si bien es verdad que en un estado depresivo se aprecian diferentes cambios en los neurotransmisores que tienen que ver con el estado de ánimo e inclusive llega a haber una disminución en algunos núcleos neuronales también es verdad que los antidepresivos llegan a tardar hasta seis meses en actuar, tiempo en el que generalmente puede ocurrir una remisión espontánea ya que son seis meses lo que regularmente tardan las personas en recobrarse de un duro golpe emocional como lo es el duelo.

El tema de la depresión es, sin duda alguna, demasiado rico e interesante como para exponerlo en su totalidad en un solo artículo, espero que este les sea útil para acercarse al tema, interesarse y quizás investigar un poco más.