viernes, 1 de agosto de 2014

LA NEUROCIENCIA DETRÁS DE LA MEDITACIÓN


Durante casi 50 años, la comunidad científica ha mostrado interés por lo que ocurre con las personas con la práctica de la meditación desde los efectos clínicos hasta la fenomenología y la neurobiología.

El principal interés que tiene la ciencia sobre la meditación es conocer y entender a detalle los sistemas neuronales que se utilizan para alcanzar los estados de meditación y también para determinar los efectos que la práctica regular tiene en la función y estructura cerebral. Sin embargo, el principal desafío al que se enfrenta la investigación es la misma complejidad de los estados de meditación. Generalmente, cuando se estudia el cerebro se recurre a tareas sencillas, repetitivas y fáciles de monitorear, como por ejemplo, el tiempo de reacción ante un estímulo o las zonas del cerebro que activan determinada emoción y tal actividad; en cambio, con la meditación encontramos que puede ser muy compleja y variable de un momento a otro. En un momento una persona puede estar totalmente concentrada en su respiración y de repente evocar algún recuerdo, puede ser consciente de la distracción y regresar al foco de atención que es la respiración y de nuevo evocar otro recuerdo que despierte alguna emoción, ya sea agradable o desagradable.

Hasta el momento, gracias al avance y el desarrollo de las nuevas tecnologías que nos permiten conocer y visualizar el funcionamiento del cerebro hemos hecho de nuestro conocimiento que al meditar ocurre una activación de la corteza prefrontal dorsolateral, esta zona está asociada con las funciones ejecutivas, la toma de decisiones y la atención.

Otras investigaciones han encontrado que la meditación lleva a una mayor activación de la corteza cingulada, en particular en la subdivisión anterior. Se sabe que la subdivisión anterior de la corteza cingulada desempeña un papel fundamental en la integración de la atención, la motivación y el control motor. También se ha demostrado que al subdividir esta misma zona en un área dorsal y una superior, la primera se activa más con tareas cognitivas mientras que la superior con tareas que presentan una carga emotiva.

Otros hallazgos han demostrado que la corteza insular o ínsula también se activa con la meditación. La ínsula se asocia con la interocepción, o suma de sentimientos viscerales e instintivos que se experimentan en un momento dado, y también se ha implicado como la principal región de cerebro implicada en el procesamiento de sensaciones físicas pasajeras. La mayor activación de esta zona durante la meditación podría reflejarla cuidadosa atención que el practicante de la meditación presta por el aumento y descenso de las sensaciones internas. La ínsula también está asociada con diferentes trastornos, como la esquizofrenia y la depresión.

Electroencefalografías revelan que pacientes que sufren de ansiedad y depresión muestran una mayor actividad en el hemisferio derecho cuando descansan tranquilamente, mientras que sujetos que no presentan ningún trastorno muestran más actividad en el hemisferio izquierdo. En un estudio realizado por Richard Davidson se demostró que después de un entrenamiento en mindfulness de 8 semanas, se encontró un cambio hacia la izquierda en el nivel de activación, este cambio persistió por 3 meses después del estudio.  

Son varios los beneficios que brinda la práctica de la meditación, desde un mejor y mayor manejo del proceso de atención hasta aumentar el nivel de inteligencia, esto sin mencionar las mejoras en nuestra vida diaria al desarrollar una mayor consciencia de nosotros mismos, regulando mejor nuestras respuestas emocionales y dejando de lado esos estados de apego y aversión para permitirnos disfrutar de la vida de una forma más plena.

Y usted que está leyendo esto ¿Qué espera para empezar a meditar?

jueves, 17 de abril de 2014

JESUCRISTO ¿EL MÁS GRANDE HIPNOTERAPEUTA DE TODOS LOS TIEMPOS?


Jesús de Nazaret es, sin lugar a dudas, uno de los personajes más importantes de todos los tiempos, basta mencionar que su nacimiento representa un cambio en la cronología del tiempo, nuestra era nació junto con él.

Y, a pesar que no me guío con la fe cristiana y trato de llevar mi vida de la forma más objetiva que puedo, sin que creencias que no hallo lógicas o naturales y supersticiones intervengan en mis decisiones, considero que muchas más cosas podemos y debemos reconocerle al ya conocido por muchas personas como el hijo de Dios, su llegada e ideas cambiaron de forma radical los valores existentes en la tradición judía, reemplazo la imagen del Dios celoso y vengativo por la de un Dios amoroso y justo, sus metáforas y parábolas cambiaron la forma de pensar de las multitudes, y sus milagros –el tema central de este artículo- captaron la atención de su pueblo.

Antes que nada, para analizar la veracidad de los milagros que realizó Jesucristo debemos considerar y comprender el contexto histórico en el que vivió, poco se sabe (o al menos yo desconozco totalmente, debo admitirlo) si existía un método que usará la observación y la experimentación para entender los diversos fenómenos existentes en la naturaleza que usaran los judíos como en el caso de los griegos, por lo que no existe un registro fiable que explique de forma concisa sus métodos curativos (en particular deseo enfocarme en estos milagros). También debemos considerar que muchas de sus anécdotas se narran a modo de metáforas, por lo que tampoco es adecuado tomar de forma literal todo lo que leemos en la biblia. Les expongo un par de milagros que Douglas N. Morgan ha analizado y tomado como ejemplo que podemos encontrar en su libro EL AMOR: Platón, la biblia y Freud. Tenemos el milagro del hombre ciego que no podía recuperar el uso de sus ojos mediante proceder humano alguno, y Jesús mostró un poder sobrehumano al devolvérselo. El hombre necesitaba ver, y el don de la vista que le hizo Jesús era, aun en términos simplemente humanos, un gran don. Vemos por medio del milagro algo más importante: el modo en que nosotros mismos podemos reponernos de nuestra ceguera espiritual a través de la fe.

También la hija de Jairus estaba real y verdaderamente muerta, ningún hombre común podría haberle devuelto la vida, pero Jesús lo hizo. El don de la vida era un don de amor. Y nosotros que estamos muertos en nuestros corazones y nuestras mentes por habernos alejado de la verdad, nos enteramos por medio de esa historia que podemos por la fe vernos devueltos a la vida eterna.  

Por otro lado, y es aquí donde encuentro varias razones para considerar como reales varios milagros que realizó Jesucristo, en particular los que se refieren a curaciones, es que actualmente podemos entender la naturaleza y la verdadera causa los síntomas que mostraban los enfermos. Sabemos que anteriormente a las personas que consideraban estaban poseídas por demonios bien pudieron sufrir epilepsia o esquizofrenia, que los casos de parálisis o ceguera también podemos encontrarlos en pacientes que sufren de histeria o Shell shock (psiconeurosis de guerra) y que para las otras curaciones, como las de los leprosos, recordemos que Jesús utilizaba diversos bálsamos y aceites que bien pudieron haber sido útiles para infecciones y otras enfermedades. Y lo más importante de todo, no debemos olvidar el papel de la fe, que en terapia podría tener un papel similar a lo que Mesmer llamó rapport.
Como ya he mencionado, no existe un registro adecuado en el se explique paso por paso el método que realizaba Jesucristo para curar a los enfermos, sólo lo que encontramos narrado en los proverbios, así por ejemplo en Lucas 5:17-26 podemos leer:
"Un día mientras Jesús enseñaba estaban sentados ahí algunos fariseos y doctores de la ley que había venido de todos los pueblos de Galilea, de la región de Judea y Jerusalén. Y el poder del señor lo impulsaba a sanar enfermos. En esto, aparecieron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y buscaban cómo presentárselo a Jesús; pero como no veían la manera de hacerlo a causa del gentío, subieron a la azotea los descolgaron en la camilla a través del tejado y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo la fe que tenía Jesús dijo:
- Hombre, tus pecados quedan perdonados.
Los maestros de la ley y los fariseos empezaron a pensar: <<¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?>>
Pero Jesús, dándose cuenta de lo que pensaban, les dijo:
-¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados han sido perdonados, o decir: Levántate y camina? Pues ahora sabrán que el hijo de Dios tiene en la tierra el poder para perdonar los pecados.
Entonces se dirigió al paralítico y le dijo:
-Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Él se levanto inmediatamente en presencia de todos, tomó la camilla en que lo llevaban y se fue a su casa, alabando a Dios. Todos quedaron maravillados y alababan a Dios, llenos de temor, diciendo.
-Hoy hemos visto cosas extraordinarias."

Quizás podrán pensar "son sólo palabras" pero la forma en la que Jesús obraba no es tan distinta a como lo hacía el legendario Milton H. Erickson, considerado uno de los mejores hipnoterapeutas. 




Al hablar de hipnosis podemos entenderla como el procedimiento capaz de sugerir o inducir cambios en las percepciones, sensaciones, sentimientos, pensamientos y/o acciones en un individuo. Estos cambios pueden ser inducidos por otra persona, el hipnotizador, o autoinducidos. La hipnosis actuaría sobre la motivación y las expectativas de las personas lo cual puede ser utilizado como complemento de tratamientos psicoterapéuticos. Posiblemente Jesucristo se adelantó cientos de años y descubrió y desarrolló esta capacidad, y la llevó a  un nivel colectivo.

Si quieren saber mi opinión de Jesucristo, más que considerarlo el hijo de Dios considero que es uno de los más grandes genios que han pisado nuestro planeta, quizá al nivel de Leonardo Da Vinci (o quizá Leonardo estaba al nivel de Jesucristo), su persona ha sido la inspiración de innumerables artista e inclusive es el ejemplo perfecto del superhombre de Nietzsche. Más que negarnos a sus enseñanzas debemos analizarlas y aprender lo mejor de ellas; y aunque también está presente el hecho de todos los abusos que ha realizado la iglesia católica (como institución, debemos tener esto muy claro) considero que es un tema para tratar en otra ocasión.
Otros artículos relacionados que pueden leer son:

martes, 1 de abril de 2014

LO QUE APRENDÍ DE BETTY ALICE ERICKSON


Como ya se los había comentado en otro artículo, en Noviembre del 2011 tuve la oportunidad de asistir al tercer congreso internacional de psicología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en donde varias personalidades que se dedican a la práctica, docencia o investigación en el tema de la psicología nos brindaron un poco de su conocimiento, entre ellas se encontraba una de las figuras más destacadas en el mundo de la hipnosis, me refiero a Betty Alice Erickson.

Para presentarla brevemente, deben saber que su padre es el legendario hipnoterapeuta Milton H. Erickson, y que durante muchos años, a través de su formación, sirvió como su sujeto de demostraciones hipnóticas. De su padre aprendió el arte de la hipnosis, y ha continuado enseñando el trabajo y los métodos Ericksonianos en hipnosis y psicoterapia en E.U.A., México, Sudamérica y Europa.   

Recientemente encontré las notas que tomé de los talleres a los que asistí con las cuales trataré de escribir un breve pero enriquecedor artículo.

Con Betty Alice Erickson comprendí que…

La autoestima se construye a partir de nuestros logros y triunfos, y que debemos aprender a ver estos últimos. Que el aprendizaje real siempre es posible y que está lleno de esperanza.

Que existen dos tipos de miedo, el real y el que viene de la mente; también resalto la importancia de conocer la diferencia entre ellos, ya que ambos parecen reales. Mencionó que el miedo más grande es esa idea de “yo no soy lo suficientemente bueno”, que ésta requiere sanación, que se encuentra encubierta y viene de la niñez.

Que hay dos cosas importantes que debemos recordar: confiar en nuestros instintos y objetivizar las expectativas.

Que cuando las opciones se han expandido ya no es necesaria la terapia. Que existen tres puntos importantes que todo terapeuta debe tomar en cuenta para el trato con sus clientes:

-       Conocer su mundo.

-       Conectar con ellos.

-       Utilizar su lenguaje.

En cuanto al trance Betty Alice nos menciona que el tono de la voz puede llegar a ser, incluso, más importante que las mismas palabras. Que durante el trance conversacional nos conectamos y que la escucha es a otro nivel.

Que a veces el dolor de un accidente - o de nuestros errores- duele más que cualquier castigo.

Que todo el mundo quiere ser amado de diferentes formas, en diferentes épocas de su vida, y que la gente es sencilla pero profunda.

Sin duda alguna el trabajo de Betty Alice Erickson, junto con el de otros, ha sido de suma importancia para mantener y seguir haciendo crecer el legado que dejó su padre. Y ustedes ¿qué opinan de la hipnosis?

martes, 18 de marzo de 2014

EQUIS SOMOS CHAVOS: UNA EXPLICACIÓN DEL POR QUÉ DE LOS CONFLICTOS INTERGENERACIONALES


¿Cuántas madres y padres de familia se encontraran sufriendo por la "rebeldía" de sus hijos adolescentes?, ¿cuántos adolescentes se sentirán incomprendidos por sus padres?, ¿cuántas familias habrá en conflicto por la diferencia de valores y actitudes que existe entre generaciones? Sin duda alguna son escenarios sumamente comunes, pero ¿a qué se debe todo esto?

Para empezar debemos comprender que una generación es un conjunto de individuos que han sido socializados de la misma forma como resultado de la exposición común de los sucesos de un periodo particular de la historia (Klecka, 1971), dicho de otra forma es el grupo de personas que nacieron y crecieron durante casi el mismo periodo de tiempo; este hecho implica que los miembros de una generación tendrán entre sí un cierto sentido de identidad y que las reacciones a sucesos sociales e intelectuales serán similares.

Y aunque las generaciones se superponen, las personas podemos definir nuestra propia generación en términos de una etapa en la vida “aquellos que fuimos adolescentes o estudiamos la preparatoria o la universidad durante la primer década del 2000”, “aquellos que crecimos durante el gobierno de determinado presidente”, etc.

Por otro lado, es muy frecuente escuchar a modo de queja que “estas nuevas generaciones están realmente pérdidas” por parte de los adultos o que “parece que a los viejos ya se les olvidó que también fueron chavos” de parte de los jóvenes, sin embargo, la verdadera razón del conflicto no se encuentra en que las nuevas generaciones tienen cada vez un menor sentido de la moral o que las más antiguas ignoran por completo su paso por la adolescencia, la verdadera razón del conflicto se encuentra en la forma en la que cada generación interpreta a la otra. Por una parte los adultos juzgan a los adolescentes a partir de la forma que han experimentado la cultura o como la hayan hipotetizado al usar como punto de referencia una cultura anterior, pero los criterios utilizados no son los del adolescente, y el adulto se siente justificado al adoptar el papel de juez que aprueba o desaprueba a alguien como bueno, malo o aceptable al usar sus propios criterios.

Tanto adolescentes y adultos debemos comprender que la cultura no es estática; cambia y evoluciona, y estos cambios pueden ser inmensos de una generación a otra. Cuando los cambios son lentos y se mantiene una cierta estabilidad le resulta más fácil a una generación enfrentarse a la siguiente; pero cuando los cambios son repentinos, el vacío entre ellas se agranda y la comunicación, si no se rompe por completo, se vuelve cada vez más difícil. Posiblemente ya se habrán dado cuenta que inclusive los miembros de las generaciones más modernas llegamos a tener problemas para entender los cambios que van surgiendo en nuestra propia generación, sin mencionar las diferencias intergeneracionales existentes.

Otra fuente de conflicto podría ser el cumplimiento exitoso de las tareas del desarrollo, como la autodefinición, los jóvenes al buscar su propia identidad llegan a hallarse en contra de los mayores con la idea de afirmarse a sí mismos como individuos. Otro punto importante para los conflictos intergeneracionales es la comunicación, la generación más joven, preocupada por la individuación, el cambio y el surgimiento, teme que la influencia de la generación media inhiba su desarrollo, no importa si las intensiones de los adultos son las mejores, la poca o nula comunicación no les permitirá verlas de esa forma.

Así como ya lo habíamos visto en los artículos dedicados a la teoría del apego, las privaciones ambientales y emocionales en el desarrollo, así como las deficiencias en la comunicación dentro de la familia, pueden ser la causa del conflicto. En otras ocasiones simplemente se debe a una falta de intereses comunes entre adolescentes y adultos.

El ser humano, siendo un ser social, tiene un comportamiento sumamente complejo y, a excepción de algunos individuos, se interesará más por los miembros de su propia generación, se sentirá más cómodo con ellos y más en consonancia con sus hábitos y actitudes.

Como se ha estado mencionando a lo largo del artículo, las percepciones, que son más subjetivas que objetivas, y que se basan en premisas erróneas sobre lo que piensa una generación de ciertos tipos de conducta, son la principal causa de la brecha intergeneracional. De la misma forma, las diferencias existentes en esta brecha pueden ser la causa, al menos en parte, de fenómenos tan diversos como el consumo de drogas, la inquietud universitaria y los movimientos en pro de los derechos civiles.

Existen varias y muy diversas opiniones sobre la adolescencia Lorenz considera que la rebelión juvenil es la agitación de una guerra tribal en contra de la generación paterna, con lo cual pone en peligro la cultura existente al exigir el rompimiento completo en sus tradiciones; Hurlock considera a la juventud actual como irresponsable, hedonista, inmoral, indisciplinada, carente de valores y sin propósitos; Venables cree que la generación anterior constituye un tipo solemne de élite intelectual o académica que desvalora a los menos capaces y no permite el regocijo y el dislate; y Kunen considera al sistema como un “villano”, que ya sea por mala intensión o debido a la ignorancia, la inercia, la incompetencia o insensibilidad, no reconoce o hace ningún esfuerzo para satisfacer las exigencias legitimas de la juventud.

Weiner cree que la cultura juvenil es, en gran parte, un fenómeno superficial y que la mayoría de las y los jóvenes son psicológicamente estables, se interesan por metas significativas y constituyen una parte integral de sus familias y comunidades; reconoce que en el concepto de la brecha intergeneracional a menudo se generaliza el desafecto, la rebelión, la inmoralidad y el uso de drogas, y aunque existan jóvenes que lleven a cabo este tipo de comportamientos estos serán la excepción a la regla, y se les debe reconocer como individuos desequilibrados psicológicamente, que necesitan atención clínica.

John E. Horrocks sostiene que cuando la generación antigua reconoce y acepta los cambios culturales que definen y crean los valores y actitudes de las nuevas generaciones, hay una mejor posibilidades de establecer comunicación al menos en una dirección, ya que la generación antigua tiene una base para “entender” a los jóvenes. Por desgracia, la comunicación no es, ni siquiera entonces, de dos direcciones, ya que la generación más joven está demasiado ocupada en entenderse a sí misma como para interesarse o ser capaz de entablar un diálogo con sus mayores y llegar a entenderlos. Y en realidad ¿por qué deberían hacerlo? Los jóvenes son el presente y el futuro les pertenece… al menos hasta que ellos encuentren a su vez a una nueva generación.

 

viernes, 21 de febrero de 2014

LA PSICOTERAPIA A TRAVÉS DEL TIEMPO


Actualmente, dentro de la psicoterapia, existe una infinidad de teorías y posturas para explicar el comportamiento patológico, desde las que toman en cuenta la herencia genética y la influencia de procesos anatómicos, fisiológicos y bioquímicos hasta las que consideran el ambiente y los factores culturales, y también están las que toman elementos de ambos extremos y consideran que el mismo ambiente será el encargado de detonar aquellos trastornos que presentan una predisposición genética e incluso modificar la citoarquitectura cerebral. Pero, antes de todas estas teorías, y antes de toda la tecnología necesaria obtener el conocimiento con el que formularon las mismas, ¿Cómo concebían la enfermedad mental?

Seguramente les resultará conocido el concepto de “demonología”, las ideas que de aquí parten sugieren que la enfermedad es producto de la influencia que fuerzas sobrenaturales como espíritus malignos, demonios, hechiceros, brujas o dioses tienen sobre el organismo y cuyos métodos de tratamiento consisten en diferentes rituales, como exorcismos, trepanaciones, uso de amuletos, limpias, etcétera. Todas estas ideas resultan difíciles de creer (y aún más difícil de creer es que actualmente haya quien las considere como reales) sin embargo, hay dos cosas que no debemos dejar de tomar en cuenta, el contexto (algunos siglos antes de nuestra era, sin ciencia ni tecnología) y el peso de la cultura y todo lo relacionado con esta, como la religión y/o mitología, así que no sería de extrañar que la mejor explicación que encontraron nuestros antepasados para la convulsiones de la epilepsia, el ataque violento de un psicótico, la sensación de un miembro fantasma o un fuerte ataque de migraña fueran los espíritus o demonios.

Ahora viajemos a través del tiempo y el espacio hasta la Grecia del siglo IV  antes de nuestra era, momento en el que algunos filósofos dejaban de lado las ideas demonológicas y comenzaban a utilizar la observación y la experimentación, como en el caso de Alcmeón quien disecó y señaló la relación entre los órganos de los sentidos y el cerebro, deduciendo que el centro del alma se encontraba en este órgano.

Hipócrates, otro ilustre griego, se encargó de clasificar las enfermedades mentales en manía, melancolía y frenitis. De la misma forma formuló la teoría tipológica, la cual sugiere que el temperamento de los individuos está determinado por la predominancia de algunos de los cuatro humores básicos, la sangre, la bilis amarilla, la bilis negra y la flema. Sus descripciones de las enfermedades indican que desde entonces se conocían la epilepsia, la histeria, la psicosis posparto y los síndromes cerebrales agudos que aparecen con algunas enfermedades infecciosas o después de una hemorragia.

Otro que también estudió la anatomía y fisiología del sistema nervioso fue Galeno, y postuló que la existencia de síntomas no indicaba que el órgano que los expresaba estuviese en realidad alterado o dañado. Empédocles hablo de la importancia de las emociones y señalo que el amor y el odio eran fuentes fundamentales que determinaban cambios en el comportamiento humano. Platón concibió la idea de un alma tripartita, compuesta de una parte racional, una parte libidinal y una parte “espirituada” (seguramente a más de uno esto último le recordará a la estructura de la personalidad propuesta por Freud).

Después de esto viene la edad media, y con el oscurantismo característico de la época regresaron las ideas demonológicas que culpaban a las brujas y espíritus malignos de todo lo malo que le ocurría a la humanidad, incluyendo los trastornos mentales. En aquella época Johann Weyer trabajo abiertamente en contra de estas ideas y condenó a los que acusaban a las mujeres de brujería; dio explicaciones de las psicosis de masa, y describió que muchas de esas psicosis surgían de síntomas de melancolía que provenían del amor. Este médico trató con éxito a algunas personas acusadas de brujería, sentándose con ellas y sosteniendo platicas durante largos periodos.

Muchos otros filósofos mostraron un fuerte interés por la mente, como Descartes quien consideraba que el verdadero conocimiento viene de la aplicación del “pensamiento puro” y estableció una explicación dual de la conducta humana, o Kant que sostenía que el mundo que conocemos es construido por la mente humana y que toda construcción mental se organiza en esquemas.

La historia de la humanidad es extraordinariamente larga en comparación con la historia de la psicología, que desde su nacimiento como disciplina científica no tiene más de 150 años, razón suficiente para investigar en la filosofía, antropología, historia y demás campos del conocimiento las diferentes representaciones que existen sobre la enfermedad y la salud mental y los tratamientos existentes en las diferentes culturas.

¿Y usted cómo cree que sería el mundo de haberle dado continuidad a las ideas de los griegos? ¿Conocen algún otro dato interesante respecto a la historia de la psicoterapia?

jueves, 13 de febrero de 2014

PORQUE SIGUE SIENDO IMPORTANTE, EL APEGO (III) DURANTE LA ETAPA ADULTA

Ya hace algún tiempo había escrito sobre el apego, exponiendo el trabajo de sus dos más importante exponentes: John Bowlby  y Mary Ainsworth. Si recuerdan bien, el apego no es un vínculo que se dé únicamente durante la niñez, ni es exclusivo de la relación madre-hijo, este es un proceso que dura toda la vida en el cual las figuras de apego cambian de forma continua.

Durante la adolescencia y etapa adulta las personas tienen una mayor y más amplia variedad para elegir una figura principal de apego, además de la madre, el padre y otros familiares, los adolescentes y adultos buscan la proximidad y el confort de los amigos, pareja sentimental, profesores, terapeutas, sacerdotes y, en el caso de las personas mayores, las hijas e hijos y nietos. Recodemos que, al funcionar como una jerarquía, la madre y los demás cuidadores anteriores no quedan totalmente excluidos sino que cambian su posición y funciones, este procedimiento implica una gradual transición de los padres a los amigos y pareja sentimental.

Shaver y Hazan fueron algunos de los pioneros al considerar que la experiencia amorosa puede ser entendida desde los patrones de apego formados en la infancia y que se mantienen  a lo largo del ciclo vital. Propusieron una escala para medir el estilo de apego en adultos la cual consistía en tres ítems que representaban los tres estilos de apego básicos. Los resultados indicaban que:


-          Hay una gran estabilidad en el patrón relacional básico a lo largo de la vida; especialmente después de la adolescencia.

-          La historia y el estilo de apego se relacionan con la experiencia amorosa que tienen las personas adultas en el sentido esperado por la teoría: experiencia amorosa más positiva en el caso de las personas que poseen una historia afectiva más positiva y un estilo de apego más seguro.

-          Los modelos mentales que las personas tienen de sí mismas, de los demás y de las relaciones amorosas se relacionan con la historia y el estilo de apego en el sentido esperado por la teoría: los modelos mentales más positivos se relacionan con una historia de apego satisfactoria.

Por lo tanto, los estilos de apego pueden considerarse como prototipos o estilos de amar. Feliz López formula algunas de las características que se encuentran presentes en las relaciones de acuerdo el estilo de apego de cada individuo:

1.    Estilo de apego seguro. Se asocia con relaciones confiadas y positivas sus características principales son:

-          Mayor autonomía previa. Son personas con más capacidad para vivir sin establecer vínculos amorosos de pareja, aunque están predispuestos a ello. Tienen más capacidad para vivir solas de forma constructiva si no encuentran razones para formar pareja.

-          Mejor selección de la pareja. Pueden seleccionar mejor la pareja porque suelen tener mejores habilidades sociales, estando menos apremiados por esta necesidad.

-          Mejor establecimiento del vínculo. Son más capaces de decidirse a formar pareja, vivir la intimidad y establecer compromisos. Tienen relaciones más seguras y confiadas.

-          Ideas más realistas y favorables sobre el amor. Sus ideas sobre el amor son realistas, pero finalmente positivas. Consideran que es posible vivir en pareja de forma satisfactoria.

-          Mayor facilidad para la intimidad y el compromiso. Les cuesta menos involucrarse en relaciones de intimidad y establecer compromisos.

-          Mayor satisfacción con el vínculo. Normalmente tienen un grado de satisfacción mayor en las relaciones que los otros estilos de apego. Se sienten más seguros, disfrutan más de la relación y tienen menos temores referidos a ella.

-          Mejor elaboración de la ruptura. Si tienen razones para romper, lo hacen con más facilidad que los ansiosos y mejor que los evitativos; aunque pasan por periodos de profundo dolor, rehacen mejor su vida.

 

2.    Estilo de apego ansioso. Se asocia a relaciones dependientes y a una continua necesidad de confirmación de que se es amado. Sus características principales son:

-          Dificultades con la autonomía. Las personas que tienen este estilo de apego se sienten inseguras e inestables en general. Soportan mal la soledad y tienen dificultades para construirse una vida sin pareja.

-          Búsqueda y selección de pareja precipitada. Su estado de inseguridad y ansiedad los lleva a buscar relaciones de forma precipitada, salvo que tengan otros miedos inhibidores.

-          Miedo a no ser amado o amada. Una vez establecida la relación tienen mucho miedo a ser abandonadas. Se sienten inseguras y necesitan que les confirmen continuamente que se les quiere.

-          Miedo a la pérdida y celos más frecuentes. El miedo al abandono y la inseguridad favorecen los celos infundados. Tienden a sentir ansiedad ante separaciones breves.

-          Ideas contradictorias sobre el amor. Consideran que las relaciones amorosas son lo más importante de la vida, pero que pocas veces se consigue la relación adecuada. Es frecuente que piensen que ellas son muy capaces de entregarse y que nunca encuentran a la persona que se merecen.

-          Mayor dificultad para romper una relación. Tienen mucha dificultad para hacerlo aunque estén convencidas que deben hacerlo, porque les da mucho miedo la soledad.

-          Inestabilidad e inseguridad emocional. El patrón de emocional básico es de inseguridad e inestabilidad emocional, manifestadas explícitamente.

3.    Estilo de apego evitativo. Tiene que ver con relaciones desconfiadas y distantes. Sus características son las siguientes.

-          Pseudo-autonomía emocional. Tienen una aparente capacidad de estar solas, pero se trata de una falsa autonomía defensiva. Se hacen pasar por personas duras e insensibles.

-          Miedo a la intimidad. La intimidad emocional, la expresión de emociones, la comunicación de asuntos muy personales, la intimidad personal a veces, etc., les crea incomodidad y malestar. Prefieren relaciones más formales y distantes, incluso en la pareja.

-          Dificultad para establecer relaciones. Les cuesta mucho tomar la decisión de formar una pareja, porque pueden percibirlo como una amenaza a su propia intimidad.

-          Relaciones con poca intimidad. Las relaciones tienden a ser frías y distantes, con menos comunicación emocional.

-          Dificultades para las manifestaciones afectivas. Les cuesta manifestar sus sentimientos y afectos y les crea malestar el que lo haga su pareja.

-          Ideas pesimistas sobre el amor. Tienden a pensar que las relaciones amorosas no existen realmente; son cosas del cine o la literatura.

-          Aparente facilidad para la ruptura. Toman decisiones de forma aparentemente fácil en el caso de que tengan razones para romper.

-          Inseguridad camuflada. Es un patrón de inseguridad básica ocultada a través de diferentes defensas. El miedo a la intimidad tiene precisamente el mismo origen: temen afrontar sus problemas.

Por otro lado Bartholomew y Horowitz al analizar la teoría propuesta de Bowlby respecto a los Modelos Operativos Internos, los cuales están compuestos por dos variables, la representación mental de sí mismo (que se expresa en términos de autoestima) y la representación mental de los demás (que se expresa en términos de confianza), elaboraron el Relationship Questionnaire (RQ) a partir de dos dimensiones, la de la ansiedad (por la separación, abandono o amor insuficiente) y de evitación (de la intimidad, dependencia y expresividad emocional), al combinar estas dos dimensiones resultan cuatro patrones de apego: seguro (modelo positivo del yo y de los otros), preocupado (modelo positivo de los otros, negativo de sí mismo), rechazante (modelo negativo de los otros, positivo de sí mismo) y temeroso (modelo negativo de los otros y de sí mismo).

 

La representación mental de sí mismo expresado en términos de autoestima, indica la capacidad del individuo de regular el grado de dependencia hacia los demás. Una persona segura aceptará el grado óptimo de independencia del otro, necesario para satisfacer las necesidades afectivas, y garantizar su autonomía general.

La representación mental de los demás, que se expresa en términos de confianza de modo que las personas pueden mostrar confianza o desconfianza hacia los demás. En las relaciones interpersonales, la confianza se expresa en términos de evitación. Una persona segura no tendrá motivos para evitar las relaciones de proximidad.

 Al cruzar estas dos dimensiones obtenemos un cuadro similar al siguiente:



 

Cada individuo podría situarse en una zona de alta o baja dependencia al igual que en la escala de evitación, dando lugar a los cuatro estilos de apego propuestos por Bartholomew.
 

Seguro: persona que siente bienestar con la intimidad y la autonomía. Se caracteriza por un bajo nivel de dependencia y un bajo nivel de evitación.
 

Preocupado: persona que tiende a mantener relaciones ansiosas y ambivalentes en situaciones de proximidad, en general muy dependiente. Se caracteriza por un alto nivel de dependencia, bajo nivel de evitación.

 

Rechazante: persona que niega la necesidad de apego, mostrándose muy evitativa. Muestra una autosuficiencia defensiva, no cree en las necesidades afectivas. Posee un bajo nivel de suficiencia y un alto nivel de evitación.

 

 Temeroso: persona que teme la relación porque teme la intimidad. Reconoce que necesita de los demás, pero le aterra la proximidad. Posee un alto nivel de dependencia y un alto nivel de evitación.

Las relaciones de apego en la vida adulta se diferencian de otras relaciones porque proporcionan sentimientos de seguridad y pertenencia y en su ausencia aparecen sentimientos de soledad y desasosiego. Las conductas de apego son similares a las de la infancia: búsqueda de proximidad con la figura de apego en situaciones de estrés, sensación de seguridad en su presencia y de ansiedad cuando está inaccesible. La principal diferencia con el apego infantil estriba en que el sistema de apego adulto es reciproco.
En la infancia se establece una relación asimétrica entre el bebé y la figura de apego, esta última despliega el sistema de cuidados y ejerce sus propias funciones mientras que el infante es el receptor. En la vida adulta la relación entre dos personas vinculadas debe transformarse en simétrica. Cada persona ejerce de figura de apego para la otra y, a su vez, recibe los cuidados del otro. Todo esto ocurre bajo condiciones normales, ya que durante muchas de las dificultades de pareja, de diferente o mismo sexo, se producen desequilibrios en el sistema.

 Ahora que conocen de qué forma influye el apego en la etapa adulta y las características que se encuentran en cada estilo ¿De qué forma viven sus relaciones?